Homilía para el domingo de la Sagrada Familia 2019
Ser acogedores de los migrantes
Este domingo del tiempo de Navidad estamos celebrando la fiesta de la Sagrada Familia. Sus personas y su vida se nos ofrecen como modelo de vida para cada bautizado y para nuestras familias. José y María asumieron con fidelidad la misión que Dios les encomendó a través del Ángel: recibir en su vida personal y en su proyecto matrimonial al Mesías, ponerle el nombre de Jesús, criarlo y formarlo. En el texto del Evangelio nos encontramos un testimonio del cuidado que tuvieron con el Niño, para ponerlo a salvo de la crueldad insaciable de Herodes.
Ser acogedores de los migrantes
Textos: Eclo 3, 3-7. 14-17; Col 3, 12-21; Mt 2, 13-15. 19-23
Este domingo del tiempo de Navidad estamos celebrando la fiesta de la Sagrada Familia. Sus personas y su vida se nos ofrecen como modelo de vida para cada bautizado y para nuestras familias. José y María asumieron con fidelidad la misión que Dios les encomendó a través del Ángel: recibir en su vida personal y en su proyecto matrimonial al Mesías, ponerle el nombre de Jesús, criarlo y formarlo. En el texto del Evangelio nos encontramos un testimonio del cuidado que tuvieron con el Niño, para ponerlo a salvo de la crueldad insaciable de Herodes.
A José le llegó la noticia de que Herodes iba a buscar al Niño para matarlo. El ángel le dijo que se levantara, tomara al Niño y a su madre, y huyera a Egipto. Él y María tuvieron que tomar una decisión rápida para evitar la muerte de Jesús y salieron esa misma noche.
El Mesías, el Hijo de Dios, estuvo en peligro de muerte prácticamente toda su vida, desde recién nacido. Tuvo que vivir la experiencia de perseguido, migrante y exiliado, para conservar la vida, con lo que se identifica con quienes salen de su casa y su pueblo, huyendo de la injusticia, la violencia, la falta de trabajo, el hambre, para buscar mejores condiciones de vida. José y María tuvieron que buscar el modo de sobrevivir y proteger al Niño, pues fueron a dar a un país extranjero, en donde se hablaba otro idioma y nadie los conocía, donde había otras costumbres.
Así como ellos, entre nosotros hay muchas personas y familias que han venido de varios Estados del País a buscar la vida. A nosotros nos toca valorarlos, recibirlos, acogerlos, tenderles la mano, hacerlos experimentar hermanos, integrarlos a la vida de la comunidad, pues actualizan la presencia de José, María y Jesús en Egipto. Pero necesitamos tomar conciencia de que son hermanos y organizarnos como comunidad para dar testimonio de Iglesia samaritana, para vivir la misión al servicio de los pobres y sufrientes, y hacer crecer la vida del Reino de Dios.
Cuando el ángel les avisó que ya podían regresar a su tierra, porque el peligro de muerte había pasado, María y José hicieron lo mismo: tomar la decisión de regresar, aunque por precaución no se fueron a Judea sino a Galilea, a Nazaret. ¡Qué capacidad de discernimiento la de José y María! Ante la amenaza de muerte en contra del Niño y después ante la posibilidad de volver a su tierra, escucharon a Dios que les habló a través de sus mensajeros, le hicieron caso y siguieron sus indicaciones. Yo creo que esto lo tenemos que aprender de ellos para la vida de nuestras familias y comunidades, para asegurar que haya una vida digna, y que se vivan la hermandad, la solidaridad, la paz.
En esta experiencia de migración, ellos fueron creciendo y madurando como pareja y como familia. De sus padres, Jesús aprendió mucho de lo que después, en su ministerio, devolvió a la gente: la humildad, la sensibilidad ante la necesidad, la compasión, la escucha, la disponibilidad, la ayuda, la tolerancia, el perdón, la oración, el agradecimiento y toda la vida en el amor que resalta san Pablo en su carta a los colosenses. Todas estas virtudes son fundamentales en la vida familiar y comunitaria. Cada familia tiene que educarse en ellas, para que sus miembros las vivan en la comunidad, en la sociedad, en los espacios de trabajo, deporte, convivencia, escuela…
Pidamos a Dios por las familias migrantes, exiliadas, perseguidas, para que encuentren acogida en donde lleguen y puedan volver a sus lugares de origen con mejores condiciones de vida. Pidamos al Señor que seamos una comunidad acogedora de las personas y familias que llegan a buscar la vida, el trabajo, el pan para sus familias. Dispongámonos a recibir sacramentalmente a Jesús.
29 de diciembre de 2019