Homilía para el domingo de la Ascensión 2017

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Las «aseguranzas» de Jesús

Ascensión A 17

Estamos celebrando este domingo la fiesta de la Ascensión de Jesús. Una vez terminada su misión sobre la tierra, Él regresó a la Casa del Padre, para ir por delante de nosotros en el camino, para esperarnos y para animarnos en nuestra esperanza. Pero antes de partir, aseguró varias cosas para sus discípulos, como acabamos de escuchar en los textos bíblicos. Con la reflexión sobre este acontecimiento nos prepararemos para recibirlo sacramentalmente en la Comunión.

Las «aseguranzas» de Jesús

Textos: Hch 1, 1-11; Ef 1, 17-23; Mt 28, 16-20.

Ascensión A 17

Estamos celebrando este domingo la fiesta de la Ascensión de Jesús. Una vez terminada su misión sobre la tierra, Él regresó a la Casa del Padre, para ir por delante de nosotros en el camino, para esperarnos y para animarnos en nuestra esperanza. Pero antes de partir, aseguró varias cosas para sus discípulos, como acabamos de escuchar en los textos bíblicos. Con la reflexión sobre este acontecimiento nos prepararemos para recibirlo sacramentalmente en la Comunión.

Después de su Resurrección, Jesús se dejó ver por sus discípulos durante cuarenta días, como dice la primera lectura. Durante esos días, siguió trabajando con ellos para fortalecerlos y enseguida encomendarles la misma misión que Él realizó. Los siguió fortaleciendo en el hecho de su Resurrección, porque luego darían testimonio de que al Crucificado Dios lo había resucitado. Este es el centro de nuestra fe.

También les siguió hablando del Reino de Dios, como lo había hecho a lo largo de su ministerio. Él vivió su misión como servidor del Reino: al comienzo de su predicación lo anunció ya cercano e invitó a la conversión para recibirlo, lo explicó con parábolas, lo manifestó con sus hechos de curar, expulsar demonios, devolver la vida y la dignidad, perdonar los pecados, multiplicar el pan, servir. Sus discípulos y discípulas también deberían anunciarlo y hacerlo presente. Este es el horizonte de la Iglesia y, por tanto, de nuestra Diócesis. La Iglesia, al igual que Jesús, está al servicio del Reino. Nosotros lo tenemos que anunciar y hacer presente con signos concretos de servicio, perdón, solidaridad, justicia, hermandad, paz.

Otra cosa que hizo Jesús en esos cuarenta días con los suyos fue sostener la promesa de enviarles el Espíritu Santo. Él los asistiría en la misión. Por eso les dijo que con la fuerza del Espíritu serían sus testigos, comenzando por Jerusalén, donde se encontraban, para salir y anunciarlo muerto y resucitado hasta llegar a los últimos rincones de la tierra. Esta tarea la tenemos nosotros hoy en nuestras manos. Somos responsables de que el Evangelio llegue a todos los barrios, a todas las familias de nuestra comunidad parroquial, a todos los miembros de las familias y a todos los espacios donde nos encontremos: el trabajo, la escuela, la política, la economía, la sociedad…

Momentos antes de ascender al Cielo, los envió a la misión. Les dijo que fueran e hicieran discípulos a todos los pueblos. Ya enseguida los bautizarían. Esta es la misión de la Iglesia, esta es la misión de cada bautizado, esta es la misión de la comunidad. Hay que hacer que todas las familias y todos sus miembros vivan como discípulos de Jesús, siguiendo sus enseñanzas y su testimonio. Por eso dijo que hay que enseñar a cumplir todo lo que Él mandó. Esto es exactamente lo que asumen los papás y padrinos de los niños y niñas que son presentados para el Bautismo, cuando se comprometen a educarles en la fe.

Por último, hizo una promesa: acompañar a sus discípulos en la realización de la misión todos los días hasta el fin del mundo. Él partió hacia el Padre, pero no dejó solos a sus discípulos en la misión, sino que seguiría con nosotros por medio de su Espíritu, guiándonos, fortaleciéndonos, iluminándonos, sosteniéndonos. Con esta conciencia debemos asumir nuestra misión.

Al recibirlo en la Comunión, Jesús se mantiene unido a nosotros, nos da su fuerza, nos reanima, para seguir viviendo como misioneros, para continuar trabajando en la formación de discípulos, para mantenernos anunciando y haciendo presente su Reino en medio de nuestra realidad.

28 de mayo de 2017

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