Homilía para el domingo de la Ascensión 2016
Testigos de la misericordia
Este domingo en que celebramos La Ascensión de Jesús al cielo, los textos bíblicos nos ayudan a aclarar lo que significa el encuentro dominical con Jesús. A esta celebración se le da el nombre de Misa. Fue precisamente lo que Jesús hizo con sus discípulos al terminar su misión sobre la tierra. La palabra Misa viene del latín y significa “enviada”. Es decir, la asamblea reunida con Jesús es enviada a la misión, a dar testimonio de Él, a anunciar la Buena Nueva.
Testigos de la misericordia
Textos: Hch 1, 1-11; Hb 9, 24-28; 10, 19-23; Lc 24, 46-53.
Este domingo en que celebramos La Ascensión de Jesús al cielo, los textos bíblicos nos ayudan a aclarar lo que significa el encuentro dominical con Jesús. A esta celebración se le da el nombre de Misa. Fue precisamente lo que Jesús hizo con sus discípulos al terminar su misión sobre la tierra. La palabra Misa viene del latín y significa “enviada”. Es decir, la asamblea reunida con Jesús es enviada a la misión, a dar testimonio de Él, a anunciar la Buena Nueva.
Al final de su misión Jesús les recordó a sus discípulos lo que se decía de Él como Mesías en las Escrituras, en lo que nosotros conocemos como el Antiguo Testamento: que debía padecer, morir y resucitar, y que se debía predicar en su nombre a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. De la misma manera, cada ocho días la Palabra de Dios nos recuerda el proyecto salvador de Dios y la misión que debemos realizar como discípulos de Jesús.
Hoy se nos recuerda que tenemos el compromiso de ser testigos de la misericordia de Dios, manifestada por Jesús desde el principio de su misión hasta el final, cuando estaba clavado en la cruz y a punto de morir. Él predicó la llamada de Dios a la conversión, el perdón, la misericordia, la solidaridad, el amor. Y lo que dijo de palabra lo vivió con sus hechos. Recordemos solamente dos: el perdón a los que lo estaban crucificando y el perdón otorgado al “buen Ladrón”.
Sus discípulos fueron testigos de lo que Jesús dijo e hizo. Escucharon su predicación en la que les pedía ser misericordiosos como el Padre; escucharon las parábolas del buen samaritano, la oveja y la moneda perdidas, buscadas y encontradas por Dios, la del padre que perdona a su Hijo y le hace fiesta cuando regresa a casa. Lo vieron perdonando pecadores y compartiendo la mesa con ellos, tocando enfermos y muertos, multiplicando el pan, y muchas cosas más.
Ellos eran testigos de todo esto, como les dijo antes de ascender al Padre. Pero eran testigos no sólo para saberlo sino para predicarlo por todo el mundo, hasta los últimos rincones de la tierra, comenzando en Jerusalén. Ellos deberían salir como testigos de la misericordia de Dios mostrada por Jesús. Esa misericordia no terminaba con el regreso de Jesús a la Casa de su Padre sino que quedaba en manos de los discípulos para seguirla predicando y viviendo.
Por eso los envió como testigos. Y no los envió así nomás. Les ofreció la fuerza venida de lo alto, es decir, el Espíritu Santo, y los bendijo. Con la bendición de Jesús y la fortaleza del Espíritu los discípulos podían ser verdaderos testigos de Jesús por todo el mundo. Nosotros recibimos esa bendición y esa fuerza en el Bautismo, las reafirmamos en la Confirmación y las alimentamos en la Comunión. Recibimos los sacramentos no para otra cosa sino para ser misioneros.
Nosotros somos responsables hoy de dar testimonio de la misericordia de Dios en la familia, en el barrio, en la comunidad, en la ciudad. Lo que escuchamos de Jesús en la Palabra lo tenemos que transmitir en la vida diaria. Así es que tenemos que ser misericordiosos, saber perdonar a quienes nos hacen mal, atender a los enfermos, atender a los que la sociedad desecha, tira y deja medio muertos, compartir y multiplicar el pan, tal como Jesús nos enseña.
Pidamos a Dios con nuestra oración que sepamos ser testigos de Jesús por dondequiera que nos movamos. Animados por la Palabra de Dios y alimentados con el Cuerpo y la Sangre de Jesús, vayamos a poner en práctica lo que significa la Misa: asamblea enviada por Jesús a ser sus testigos. Que nuestro testimonio se vea claro en los hechos, realizados personal y comunitariamente. Para ello contamos con la fuerza del Espíritu Santo y con la bendición de Jesús.
8 de mayo de 2016