Homilía para el domingo de Cristo Rey 2018

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No como los reinos de este mundo

Este domingo celebramos la fiesta de Cristo como Rey del Universo. De ahí los textos que acabamos de escuchar. El profeta Daniel nos habla del reino del hijo de hombre que jamás sería destruido; el Salmo proclama a Dios como rey de todos los reyes; el autor del Apocalipsis desea la gracia y la paz de parte de Jesucristo, el soberano de los reyes de la tierra; en la aclamación antes del Evangelio, se nos recordó el grito de la gente cuando Jesús entró a Jerusalén, bendiciendo al reino que llegaba con Él; y en el Evangelio, el interrogatorio de Pilato a Jesús sobre su realeza.

No como los reinos de este mundo

Textos: Dn 7, 13-14; Ap 1, 5-8; Jn 18, 33-37

Este domingo celebramos la fiesta de Cristo como Rey del Universo. De ahí los textos que acabamos de escuchar. El profeta Daniel nos habla del reino del hijo de hombre que jamás sería destruido; el Salmo proclama a Dios como rey de todos los reyes; el autor del Apocalipsis desea la gracia y la paz de parte de Jesucristo, el soberano de los reyes de la tierra; en la aclamación antes del Evangelio, se nos recordó el grito de la gente cuando Jesús entró a Jerusalén, bendiciendo al reino que llegaba con Él; y en el Evangelio, el interrogatorio de Pilato a Jesús sobre su realeza.

A Jesús ya lo habían condenado a muerte los sumos sacerdotes, los fariseos y los escribas. Lo llevaron preso ante Pilato para conseguir la autorización para matarlo. Pilato era el gobernador de Judea. Al presentarle a Jesús, lo acusaron de haber dicho que era el rey mesías; con otras palabras, le dijeron que estaba queriendo usurpar su lugar. Por eso, Pilato comenzó preguntándole si era el rey de los judíos. Con su respuesta, Jesús lo puso a prueba. Es interesante la respuesta que le dio, porque lo exhibía. Le preguntó si realmente estaba convencido de que Jesús era rey y creía en Él o si se estaba dejando llevar por chismes que le contaron.

Pilato se defendió de la interrogación del acusado. Dijo que no era judío y que, más bien, se lo habían entregado para que lo juzgara sobre lo que había hecho. Fue entonces cuando Jesús comenzó a revelarse como rey. Le dijo que su reino no era de este mundo y que su modo de reinar era distinto. Los reinados de este mundo se basan en el dinero, el poder, la opresión, el dominio, las armas, la injusticia, el autoritarismo, la mentira, la corrupción, la impunidad, el empobrecimiento del pueblo…, tal como Pilato lo estaba ejerciendo. Para completarle la explicación, Jesús le aclaró que si fuera rey al modo de este mundo sus guardaespaldas hubieran impedido que lo arrestaran.

Esto hizo que Pilato concluyera que sí era rey. Y eso le preguntó: “¿Conque tú eres rey?”. Al responderle, Jesús se reveló totalmente diciendo: “Soy rey”. Pero enseguidita aclaró cómo reinaba: con la verdad. El reinado de Jesús es a través del servicio, la justicia, la solidaridad, la hermandad, el amor, la paz, la entrega de la vida. Su trono fue la cruz, su corona fue de espinas, su cetro fueron los clavos, su traje fue la piel sangrante. Así terminó dando testimonio de la verdad.

Al final del diálogo que escuchamos, Jesús le puso la base a Pilato por si quería reinar verdaderamente: ser de la verdad y escuchar su voz; lo que Pilato ciertamente no hizo, pues terminó entregándolo para que lo crucificaran.

Por el Bautismo participamos de la condición real de Jesús. Ese día fuimos ungidos reyes para servir y entregar nuestra vida por los demás, como Jesús. Hoy le agradecemos que nos ha querido compartir esa dimensión de su vida, pero nos comprometemos a vivir de acuerdo a la verdad, sin buscar puestos, poder, dominio. A nosotros también nos pide escuchar su voz y poner en práctica sus mandamientos, que se sintetizan en el amor mutuo a ejemplo suyo.

Al participar de la Comunión sacramental nos unimos a Jesús, para vivir de la misma manera que Él. Pidamos a Dios que como comunidad –reino de sacerdotes, como dice el autor del Apocalipsis– demos testimonio de Jesús y sigamos luchando por hacer presente su Reino en medio del ambiente de violencia, corrupción y empobrecimiento en que vivimos. Al salir de esta Eucaristía dominical, vayamos a cultivar en nuestras familias y comunidades el servicio, la solidaridad con los pobres, la justicia, la hermandad, el amor, la paz, la entrega de la vida.

25 de noviembre de 2018

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