Homilía para el domingo de Cristo Rey 2014
Un Rey empobrecido
Estamos celebrando en este domingo a Jesucristo como el Rey del Universo. Con la Mesa de la Palabra nos preparamos para participar de la Mesa de la Eucaristía. Jesús, que en los textos bíblicos aparece como Rey, Pastor y Juez, se nos ofrece como el Alimento que fortalece para ir a vivir el servicio a los pobres como Él. Nada más que estamos por encontrarnos con un Rey medio extraño: un Rey que se empobrece, que da la vida por sus ovejas, que da vida a todos.
Un Rey empobrecido
Textos: Ez 34, 11-12. 15-17; 1 Cor 15, 20-26. 28; Mt 25, 31-46.
Estamos celebrando en este domingo a Jesucristo como el Rey del Universo. Con la Mesa de la Palabra nos preparamos para participar de la Mesa de la Eucaristía. Jesús, que en los textos bíblicos aparece como Rey, Pastor y Juez, se nos ofrece como el Alimento que fortalece para ir a vivir el servicio a los pobres como Él. Nada más que estamos por encontrarnos con un Rey medio extraño: un Rey que se empobrece, que da la vida por sus ovejas, que da vida a todos.
Ordinariamente los reyes y gobernantes están muy lejanos de su gente, es muy difícil encontrarse personalmente con ellos, se enriquecen con mucha facilidad, viven entre grandes lujos; tienen muchas personas a su servicio, tanto para la atención en sus necesidades ordinarias o de trabajo como para su seguridad personal; no saben lo que es pasar necesidades ni de las necesidades que tienen los pobres. Esto lo vemos todos los días en los Medios y en nuestra ciudad.
Jesús no fue ni sigue siendo así, a pesar de ser el Rey del Universo. Él decidió empobrecerse, asumir la condición de los pobres, ser uno de ellos y, por si fuera poco, quedarse en ellos. Así apareció en el texto del Evangelio. De esta manera vivió su ser Pastor. Jesús es el Pastor prometido por Dios a través del profeta Ezequiel, según lo que escuchamos en la primera lectura; Él apacentó, cuidó, alimentó, reunió, curó, robusteció, a sus ovejas y dio la vida por ellas.
Con la imagen del Pastor que aparta a las ovejas de los cabritos, también se nos presenta como Juez. Pero, en esta condición de Pastor y de Juez, está totalmente identificado con los sufrientes del mundo. Esto nos ayuda a repensar nuestra vida y a rehacer el camino porque un día seremos juzgados por Él. El punto del juicio estará en nuestro modo de encontrarnos con los pobres y en el servicio de les demos o les dejemos de dar. En esto, Jesús nos pone el ejemplo.
En el juicio final Jesús nos pedirá cuentas de lo que hicimos para con los pobres. Por una parte, Jesús mismo los sirvió a lo largo de su vida: dio de comer a las multitudes hambrientas, curó enfermos de todo tipo, perdonó sus pecados a muchas personas, devolvió la vida a varios muertos, tendió la mano a quien lo necesitaba. El signo más grande de servicio, además de quedarse en el Pan y el Vino como Alimento, fue dar su vida por todos en la cruz.
Por otra parte, Él mismo se hizo pobre, asumió la condición de los pobres. Se empobreció y sufrió la misma suerte de los pobres, especialmente de los que puso de referente para el juicio final. A lo largo de su vida y ministerio experimentó el hambre, sintió la sed, anduvo como migrante, lo llevaron a la cárcel y estuvo desnudo. Pero el momento más fuerte de esta experiencia lo vivió en la cruz: allí, desnudo, sufrió el hambre, la sed, el abandono, la agonía, la muerte.
Y el empobrecimiento del Rey del Universo se prolongó. No quedó en su experiencia personal de sentir las necesidades de los pobres o, cuando mucho, de servirlos, sino que decidió identificarse con ellos. En cada pobre está presente Jesús, como escuchamos. Está en el hambriento, el sediento, el desnudo, el enfermo, el migrante, el preso. Cada pobre es, por lo mismo, presencia real de Jesús y, por esta razón, le debemos respeto, reverencia, cuidado, atención, servicio.
Revisemos entonces nuestra vida. ¿Qué estamos haciendo con los pobres que nos encontramos a diario en nuestra comunidad y en nuestro camino? ¿Cómo tratamos a los enfermos, a los migrantes, a los hambrientos y sedientos, a los desnudos? ¿Qué hacemos por los internos de la Penal? Participar de la Eucaristía en este domingo nos compromete a vivir la Comunión entre nosotros y con Jesús, honrándolo y sirviéndolo empobrecido en tantos hermanos y hermanas.
23 de noviembre de 2014