Homilía para el 5º domingo ordinario 2015

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Después de estar en la sinagoga, donde explicaba la Palabra y liberó a una persona del demonio, Jesús fue a visitar la familia de Simón y Andrés, aquellos primeros pescadores llamados por Él para que lo siguieran. Allí se encontró con otra situación de sufrimiento: la suegra de Simón estaba enferma. ¿Qué hizo Jesús? La curó. El servicio de Jesús no terminó allí, sino que se prolongó cuando curó a todos los enfermos que le llevaron por la tarde, después de haber comido.

Vivir sirviendo

Textos: Jb 7, 1-4. 6-7; 1 Cor 9, 16-19. 22-23; Mc 1, 29-39.

Ord5 B 15

Después de estar en la sinagoga, donde explicaba la Palabra y liberó a una persona del demonio, Jesús fue a visitar la familia de Simón y Andrés, aquellos primeros pescadores llamados por Él para que lo siguieran. Allí se encontró con otra situación de sufrimiento: la suegra de Simón estaba enferma. ¿Qué hizo Jesús? La curó. El servicio de Jesús no terminó allí, sino que se prolongó cuando curó a todos los enfermos que le llevaron por la tarde, después de haber comido.

Esto nos dice mucho en relación a nuestras Eucaristías. Para prepararnos a recibir a Jesús en la Comunión sacramental, podemos hacer una revisión de nuestra manera de vivir, personalmente y como comunidad. Lo que sucedió en aquel día es lo mismo que debería pasar con nosotros: Jesús leyó y explicó la Escritura, y la puso en práctica expulsando a un demonio; este encuentro con la Palabra lo llevó a servir; luego tomó fuerza con la comida y siguió sirviendo.

La escucha y reflexión de la Palabra impulsa a vivir el servicio. La Palabra no es para guardarla, para quedar contentos y tranquilos porque ya la leímos y meditamos; es para ponerla en práctica. Jesús nos pone el ejemplo al curar al endemoniado, como escuchamos el domingo pasado, y al tomar de la mano a la suegra de Pedro y devolverle la salud. Esta mujer, después de encontrarse con la Palabra, es decir, con Jesús, se puso a servirles, como dice san Marcos.

El servicio es parte del estilo de vida de los discípulos de Jesús. Quien recibió el Bautismo tiene que vivir sirviendo, tiene que hacer del servicio su modo de vivir, porque eso nos enseñó Jesús. Y, además, debe servir libre y conscientemente, sin que nadie lo obligue –ya no sería servicio sino esclavitud–, por iniciativa propia o porque alguien se lo pide o porque es parte de sus responsabilidades, sin chuparse los dientes o haciendo las cosas renegando, sino con gusto.

Esto implica tener bien clara la conciencia de que servir es parte del estilo de vida de los discípulos de Jesús. Nadie nos tendría que obligar, para nada deberíamos renegar; tendríamos que sentir un gusto interno y experimentar la felicidad porque hemos ayudado en algo, aunque sea prácticamente insignificante. ¡Cómo nos cuesta dejar nuestras cosas para servir! A la luz del texto del Evangelio nos podemos confrontar en relación a nuestra vida. ¿Sirvo? ¿Y con gusto?

Después de alimentarse –podemos pensar en el hecho de que participamos en la Eucaristía y comulgamos sacramentalmente–, Jesús siguió sirviendo. Por la tarde le llevaron muchos enfermos y endemoniados y los curó. Todos sabemos de lo que vive alguien cuando está con una enfermedad. La primera lectura nos puede ayudar para valorar el sufrimiento de una persona; Job reflexiona sobre su situación, su sufrimiento, sus infortunios, sus noches sin dormir.

Los enfermos, los que no tienen para el pan del día, los que traen problemas, llevan un peso muy grande sobre sus espaldas, viven con angustia en su corazón, esperan que su situación mejore. En nuestras familias, en nuestro barrio o colonia, en las familias de los compañeros de trabajo, hay muchísimos casos de estos. Nosotros que nos alimentamos de la Eucaristía, ¿qué hacemos en esas situaciones? ¿Servimos o nos desentendemos? La Comunión impulsa a servir.

El servicio, la dedicación de la propia persona para el bien de los demás, es la primera forma de evangelizar. San Pablo nos ilumina en este sentido: él se hizo débil con los débiles, se convirtió en esclavo de todos, con tal de anunciarles el Evangelio. Hoy domingo, tanto la Palabra de Dios como la Comunión sacramental nos impulsan a servir. Como Jesús y con Él, proyectemos la fuerza que da este doble alimento sirviendo a quienes sufren en nuestras familias y comunidad.

8 de febrero de 2015

1 pensamiento sobre “Homilía para el 5º domingo ordinario 2015

  1. Hoyescucucheenlareflecciondeestedomingoquedecianantelacarnedolientedelemfermo.antelacarneangustiada.etcyanosemasperomedejoinquietaesafraselaescucheenlaradio.

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