Homilía para el 5° domingo de Cuaresma 2017
Luchar por la vida
Textos: Ez 37, 12-14; Rm 8, 8-11; Jn 11, 1-45.
En este domingo, el quinto de la Cuaresma, nos encontramos con el proyecto de vida de Dios que Jesús nos trae. En el texto del evangelio se nos narra la resurrección de Lázaro, el amigo de Jesús. Con este signo, Jesús nos enseña el camino para luchar por la vida. Al participar de la Comunión sacramental nos llenaremos de su fuerza para mantenernos unidos a Él en esta tarea.
Luchar por la vida
Textos: Ez 37, 12-14; Rm 8, 8-11; Jn 11, 1-45.
En este domingo, el quinto de la Cuaresma, nos encontramos con el proyecto de vida de Dios que Jesús nos trae. En el texto del evangelio se nos narra la resurrección de Lázaro, el amigo de Jesús. Con este signo, Jesús nos enseña el camino para luchar por la vida. Al participar de la Comunión sacramental nos llenaremos de su fuerza para mantenernos unidos a Él en esta tarea.
La muerte está ligada a nuestra condición humana. Es el signo más claro de nuestra fragilidad. Sabemos que todos vamos a morir, nadie nos escaparemos a esta realidad; lo que no sabemos es cómo, cuándo, dónde, de qué. Jesús mismo pasó por esta experiencia. Es lo que viviremos de manera más fuerte durante la Semana Santa, al acompañarlo en su Pasión, Muerte y Resurrección. Ante esta realidad, vivida de un modo especial por Jesús con sus amigos de Betania, Él ofrece el proyecto de Dios, que es de vida. Lázaro murió y sus hermanas Marta y María sufrieron muchísimo, como sucede cuando se nos muere un ser querido; hasta Jesús mismo lloró porque su amigo había muerto.
Ellas mandaron llamar a Jesús cuando Lázaro se enfermó de muerte. Él reaccionó de manera serena, comentando a sus discípulos que la enfermedad y la muerte servirían para la gloria de Dios y para que Dios lo glorificara a Él. Incluso permaneció dos días más en el lugar donde estaba. Cuando supo de la muerte de su amigo, a la que identificó como sueño, se lo dijo a sus discípulos y les hizo la invitación a creer en Él, en su servicio a favor de la vida y en su Padre Dios.
Al llegar a Betania comenzó a manifestar su proyecto de vida. En el diálogo con Marta, quien esperaba que Jesús no hubiera dejado morir a Lázaro, le habló de la resurrección. Los judíos ya creían en la resurrección del último día. Pero Jesús se reveló como la resurrección y la vida e invitó a creer en Él. Esto de creer en Jesús es mucho más que creer en que puede resucitar a un muerto. Creer en Jesús consiste en aceptar su persona, su anuncio del Reino, sus hechos de vida, su destino doloroso de la cruz y su resurrección. Provocó que Marta le confesara que creía que Él era el Mesías, el Hijo de Dios, el enviado por Dios al mundo.
Palabras más, palabras menos, a María le dijo lo mismo que a Marta: que creyera en Él y vería la gloria de Dios. Luego hizo una oración al Padre, en la que le expresó su confianza y en la que pedía por sus discípulos, sus amigas y la multitud que se encontraba presente, para que todos creyeran que Él lo había enviado. Este envío de Jesús al mundo fue para traer la vida de Dios, para darnos esa vida y para que creyendo en Él pudiéramos tener la vida eterna. Sobre esta base, le habló al difunto para que saliera del sepulcro y Lázaro salió vivo. Todos terminaron creyendo en Jesús y su proyecto de vida.
A nosotros nos toca creer hoy en Jesús y la vida que nos trae de parte de Dios. Ante los signos de muerte presentes en nuestro mundo, en nuestra comunidad, tenemos que luchar por la vida unidos a Él. Lo llevamos con nosotros por ser bautizados, está con nosotros en esta Asamblea dominical pues estamos reunidos en su nombre, lo llevaremos con nosotros por la Comunión sacramental. Ante las situaciones de muerte que viven nuestras familias: pobreza, violencia, fracturas, separaciones, drogadicción, alcoholismo, enfermedades, abandono…, como hemos reflexionado en los temas cuaresmales, como signo de que creemos en Jesús, en cada barrio hay que buscar las maneras de hacer presente la vida que Jesús nos trajo de parte de Dios.
2 de abril de 2017