Homilía para el 4º domingo ordinario 2017

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Ser dichosos

Ordinario4 A 17

Este domingo, para prepararnos a recibir a Jesús en la Comunión, podemos hacer una revisión de nuestra vida a la luz de la Palabra de Dios que se acaba de proclamar. Escuchamos en el texto del evangelio el programa de vida que Jesús planteó para sus discípulos. Lo que dijo en las bienaventuranzas es lo que Él mismo iba viviendo día a día y es lo que espera sea nuestro estilo de vida, personalmente y como comunidad, simplemente por el hecho de ser bautizados.

Ser dichosos

Textos: Sof 2, 3; 3, 12-13; 1 Cor 1, 26-31; Mt 5, 1-12.

Ordinario4 A 17

Este domingo, para prepararnos a recibir a Jesús en la Comunión, podemos hacer una revisión de nuestra vida a la luz de la Palabra de Dios que se acaba de proclamar. Escuchamos en el texto del evangelio el programa de vida que Jesús planteó para sus discípulos. Lo que dijo en las bienaventuranzas es lo que Él mismo iba viviendo día a día y es lo que espera sea nuestro estilo de vida, personalmente y como comunidad, simplemente por el hecho de ser bautizados.

Jesús llama dichosos a los que el mundo y el ambiente actual desprecian. En nuestros días se admira a las personas que tienen mucho dinero, que son exitosas, que tienen poder, fama, buenos vehículos. El mercado invita continuamente a comprar y desechar, a lucir, a aparentar, a tener una bonita figura, a ser más que los demás, a andar a la moda, a tener los últimos aparatos de la tecnología. Quien cae en estas ofertas y vive así, es considerada una persona dichosa, afortunada, feliz.

La propuesta de Jesús no va por ahí. Va por el estilo de vida en la pobreza, la misericordia, la compasión, la transparencia, la mansedumbre, la solidaridad, la lucha por la justicia, la construcción de la paz, dar testimonio de Él. Quien vive así es una persona que alcanza la dicha y la felicidad, aunque no sea cristiano. Para muchos esto es complicado. ¿Cómo va a ser dichoso quien vive en la pobreza y se preocupa por los empobrecidos, quien hace suyos los lamentos y el llanto de los que sufren, quien sufre porque otros sufren, quien se mete a defender los derechos humanos, quien no vive en la mentira o la tranza, quien denuncia las injusticias, quien se dedica a llevar el evangelio a los demás? Sin embargo, estas son las personas consideradas bienaventuradas por Jesús. La razón por la que las considera dichosas está en que así es Dios y así vivió Él mismo.

En el Salmo se dicen varias características de Dios, que podemos descubrir con otras palabras en las bienaventuranzas y que deberíamos tener sus hijos e hijas. ¿Cuáles son? Es fiel a su Palabra, hace justicia al oprimido, da pan a los hambrientos, libera al cautivo, da la vista a los ciegos, alivia al agobiado, ama al justo, cuida al forastero, sustenta al huérfano y a la viuda. ¿No es eso lo que hacía Jesús? Ahora, podemos preguntarnos: ¿así estamos viviendo nosotros?

San Pablo señala a quiénes elige y llama Dios para realizar su proyecto de salvación. A ver si somos de ellos. Él no llama a los sabios, poderosos o nobles según los criterios humanos, sino a los ignorantes, a los débiles, a los insignificantes y despreciados del mundo, a los que no valen nada para la sociedad. Hoy podemos decir, a los descartados, los excluidos, los empobrecidos. Desde ellos Dios ofrece el Reino a la humanidad. Por eso Jesús los señala como dichosos. El modo de ver de los humanos es diferente al modo de ser de Dios y de Jesús.

Con la Eucaristía dominical agradecemos a Dios que elija a los pobres para mostrar su reinado. Le pedimos perdón porque no pensamos ni vivimos como Él ni como Jesús, puesto que consideramos dichosos a los grandes y poderosos. Le pedimos perdón por los millones de empobrecidos por el sistema económico, político y social que domina, condena y exprime. Oremos para que asumamos el proyecto de vida que Jesús nos propone en las bienaventuranzas.

Al comulgar sacramentalmente, renovemos nuestro compromiso bautismal de luchar porque los empobrecidos sean reconocidos en su dignidad, sean bajados de la cruz en que se les ha crucificado y sean promovidos como sujetos de una nueva sociedad. Dispongámonos a recibir la Comunión y, alimentados por ella, vayamos a vivir como dichosos según el proyecto de Jesús.

29 de enero de 2017

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