Homilía para el 4º domingo de Pascua 2013
Pastores con olor a oveja
Textos; Hch 13, 14. 43-52; Ap 7, 9. 14-17; Jn 10, 27-30.
Nos hemos reunido para la Eucaristía en este domingo 4º de Pascua. Hoy celebramos a Jesús resucitado como el Buen Pastor. Por eso se nos ha presentado esta dimensión de su ministerio en los textos bíblicos que acabamos de escuchar. Con ese motivo también en la Iglesia se vive la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, por lo que oramos a Dios para que en nuestra Diócesis y Seminario se formen pastores con olor a oveja, a ejemplo de Jesús.
Pastores con olor a oveja
Textos; Hch 13, 14. 43-52; Ap 7, 9. 14-17; Jn 10, 27-30.
Nos hemos reunido para la Eucaristía en este domingo 4º de Pascua. Hoy celebramos a Jesús resucitado como el Buen Pastor. Por eso se nos ha presentado esta dimensión de su ministerio en los textos bíblicos que acabamos de escuchar. Con ese motivo también en la Iglesia se vive la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, por lo que oramos a Dios para que en nuestra Diócesis y Seminario se formen pastores con olor a oveja, a ejemplo de Jesús.
Al hablar de vocaciones no pensemos solamente en el ministerio sacerdotal, sino en todas las vocaciones existentes dentro de la Iglesia. Hoy se resalta más la vocación al pastoreo por tratarse del domingo del Buen Pastor; pero es una entre las demás formas de vivir como cristianos: el matrimonio, la vida consagrada o la soltería. La tarea de la Diócesis y del Seminario es formar pastores que huelan a oveja, como pidió el papa Francisco el Jueves Santo.
Jesús se fue haciendo pastor poco a poco en el encuentro y convivencia con sus ovejas, es decir, con las personas que lo escucharon y lo siguieron, con las personas que recibieron de él algún servicio, con quienes se convirtieron en discípulos y discípulas de Él, con los discípulos llamados por Él para ser apóstoles. En el encuentro diario con todos ellos, Jesús se fue sensibilizando y aclarando su ser pastor, hasta llegar a expresar un día que Él es el Buen Pastor.
Jesús fue tomando el olor de las ovejas, de sus ovejas. Así sucede con los pastores en la vida ordinaria: se penetran del olor de sus animalitos porque caminan con ellos, pisan donde ellos pisan, se les recargan, los curan, los cargan en los hombros, sobre todo cuando están enfermos o heridos. Eso mismo hacía Jesús día a día. Y se penetró tanto del tufo de los pobres y pecadores, que lo llamaron pecador, borracho, glotón, endemoniado, loco, impuro, blasfemo.
Por ese hecho de andar con los pobres, de rozarse y convivir con ellos, de tocarlos para darles la salud o el perdón, Jesús se llenó del aroma de las ovejas. Pero Él los fue conociendo y fue conocido por las gentes que lo seguían y escuchaban, con las consecuencias positivas que le siguieron: les dio la vida eterna, no perecieron jamás, nadie se las arrebató porque le pertenecían a Dios, con quien estaba en comunión. Lo acabamos de oír en el texto del Evangelio.
Esto que escuchamos de Jesús es la tarea del Seminario y de la Diócesis: formar pastores que, como Jesús, se penetren del olor de las ovejas. No se puede lograr esto sin el contacto directo de los seminaristas con el pueblo, con los pobres, con los desahuciados de la sociedad, con los excluidos de la vida de la Iglesia. Las comunidades son responsables de colaborar en este servicio y lo realizan al recibir en su vida ordinaria a los seminaristas y acompañarlos.
Por otra parte, los seminaristas vienen de la vida de las familias. Ahí los papás tienen una misión muy grande, pues son responsables de la formación de sus hijos. A ustedes les toca, por ser sus primeros pastores, acercarlos a Jesús, hablarles de Él, ayudarles a encontrar la manera de poner en práctica el Evangelio. Esto implica acercarse a sus hijos e hijas, convivir con ellos, escucharlos, atenderlos, dedicarles tiempo, conocerlos y que los conozcan, como el Buen Pastor.
Oremos pues al Señor para que en nuestra Diócesis y en la Iglesia haya pastores con olor a oveja. Pidamos por nuestras familias para que de ellas, por el trabajo responsable de los papás, broten vocaciones a la vida sacerdotal. Encomendemos a nuestro Seminario para que realice con fidelidad su misión de formar sacerdotes, a ejemplo del Buen Pastor. Preparémonos ahora para recibir el alimento que Jesús nos ofrece como Pastor: su propio Cuerpo y Sangre.
21 de abril de 2013