Homilía para el 4º domingo de Cuaresma 2013
Papá con entrañas de mamá
Textos: Jos 5, 9. 10-12; 2 Cor 5, 17-21; Lc 15, 1-3. 11-32.
El Señor Jesús nos ha convocado para alimentarnos con su Palabra y su Cuerpo y Sangre. Hoy hace lo mismo que en su vida terrena: escuchar y recibir a los pecadores y comer con ellos, como nos narra san Lucas. Nosotros hemos venido a esta Asamblea dominical como pecadores, por lo que Jesús nos escucha, nos recibe, nos hace partícipes de su mesa. Con este hecho y la parábola que se proclamó, nos muestra que Dios es un Papá con entrañas de mamá.
Papá con entrañas de mamá
Textos: Jos 5, 9. 10-12; 2 Cor 5, 17-21; Lc 15, 1-3. 11-32.
El Señor Jesús nos ha convocado para alimentarnos con su Palabra y su Cuerpo y Sangre. Hoy hace lo mismo que en su vida terrena: escuchar y recibir a los pecadores y comer con ellos, como nos narra san Lucas. Nosotros hemos venido a esta Asamblea dominical como pecadores, por lo que Jesús nos escucha, nos recibe, nos hace partícipes de su mesa. Con este hecho y la parábola que se proclamó, nos muestra que Dios es un Papá con entrañas de mamá.
Los escribas y fariseos, que se sentían y proclamaban buenos y santos, criticaban a Jesús por su relación con los pecadores. Según la ley, nadie tenía que acercarse a las personas consideradas pecadoras porque, como eran impuras, se contaminaban. Y eso hacía Jesús. Pero, como enviado del Padre, nos da a conocer que Dios no es vengativo con quienes caen en pecado, que no castiga a los pecadores, que no recrimina a quienes se han equivocado, que no condena.
Con sus gestos y actitudes, Jesús mostraba día a día a su Padre lleno de misericordia. En la parábola lo describe así. Hoy estamos ante la oportunidad de contemplar y agradecer a Dios el que sea misericordioso. En el Día Internacional de la Mujer, que se celebró el 8 de marzo, podemos encontrar un motivo más de agradecimiento a Dios, que es presentado por Jesús con esa imagen de mujer; y no sólo de mujer, sino de una madre que ama a todos sus hijos.
El hijo menor de la parábola se fue de la casa y en dos por tres se acabó su parte de herencia. El hijo mayor se quedó en casa a las órdenes del papá. Uno parecía malo y el otro bueno y, sin embargo, los dos le dieron problemas, los dos le causaron sufrimiento, los dos le provocaron amarguras, los dos hicieron que se le removieran las entrañas. El papá los respetó, porque los amaba. El encuentro con cada uno de ellos al volver a casa, lo hizo actuar como mamá.
Ante los hijos que se portan mal, por lo que sea, el papá generalmente actúa duro, los regaña, les echa en cara sus errores, les grita, los agrede, los rechaza, a veces incluso los corre, aunque ande igual o peor que ellos. Actúa, como decimos, con el hígado. Dios no se muestra así. La mamá, en cambio, generalmente los acoge, los escucha, les perdona sus faltas, les corrige con cariño, les da otra oportunidad. Ella obra con el corazón. Y Dios actúa exactamente así.
El papá del Evangelio sale a encontrar al hijo menor, el que parecía malo, cuando vuelve a casa, lo llena de abrazos, lo baña de besos, le tapa la boca para que no le diga que lo trate como trabajador, lo viste como hijo, le reconoce la dignidad que tiene como hijo, le organiza una fiesta. Pero también sale a encontrar al hijo mayor, el que aparentemente era bueno, para suplicarle que entre a la casa, que perdone a su hermano y se alegre con él, que esté en la fiesta.
En ambos casos el papá actúa como mamá. Jesús nos da a entender que Dios está esperando el regreso de sus hijos e hijas que han caído en el pecado para perdonarles sus pecados; que quiere a todos, buenos y malos, por igual y por todos se preocupa; que nos quiere ver juntos y alegres como hermanos. Jesús nos dice que tenemos que actuar de la misma manera con los demás: que no guardemos rencores, que sepamos acoger, escuchar, perdonar, ser hermanos.
En este domingo, Jesús comparte con nosotros, pecadores, su mesa. Es más, Él mismo es el alimento principal. A pesar de nuestras maldades nos recibe como comensales, nos dirige su Palabra y nos escucha en nuestros problemas y preocupaciones, siendo pecadores nos da su Cuerpo y Sangre. Al comerlo nos comprometemos a actuar con los demás como Él, asumimos la desafío de ser misericordiosos como Dios, que es Papá con corazón de mamá.
10 de marzo de 2013
Somos un coro de aqui de fracc. La cebada
ciudad guzman. Muchas felicides por este proyecto me gustaria me hicieran llegar. El evangelio domincal.
Muchas gracias