Homilía para el 4º domingo de Adviento 2016

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Justos como José

adviento4-a-17

Estamos comenzando la última semana de preparación para la Navidad. Dentro de ocho días estaremos celebrando el Nacimiento del Hijo de Dios. En la Palabra de Dios nos encontramos hoy, primero con el anuncio y luego con el cumplimiento de ese anuncio, de que la virgen concebiría y daría a luz a un hijo, el cual se llamaría Emmanuel o Dios-con-nosotros. Se trata de Jesús, el Hijo de Dios, que hoy viene a nuestro encuentro en el Pan y el Vino y se nos dará como alimento. De esta manera seguirá siendo Dios-con-nosotros porque lo llevaremos a la comunidad.

Justos como José

Textos: Is 7, 10-14; Rm 1, 1-7; Mt 1, 18-24.

adviento4-a-17

Estamos comenzando la última semana de preparación para la Navidad. Dentro de ocho días estaremos celebrando el Nacimiento del Hijo de Dios. En la Palabra de Dios nos encontramos hoy, primero con el anuncio y luego con el cumplimiento de ese anuncio, de que la virgen concebiría y daría a luz a un hijo, el cual se llamaría Emmanuel o Dios-con-nosotros. Se trata de Jesús, el Hijo de Dios, que hoy viene a nuestro encuentro en el Pan y el Vino y se nos dará como alimento. De esta manera seguirá siendo Dios-con-nosotros porque lo llevaremos a la comunidad.

San Mateo dice que con el anuncio que el ángel le hizo a José y el hecho de que le pidiera que recibiera en su casa a María y le pusiera el nombre al Niño, se cumplía lo anunciado por Isaías. José había pensado dejar en secreto a María para no hacerle un escándalo porque estaba esperando un hijo que no era suyo. De acuerdo a la ley, la podía poner en mal, crearle mala fama, denunciarla abiertamente, incluso hacer que le quitaran la vida. Pero no pensaba actuar de esa manera. Si ya había decidido dejarla e irse para cuidarla, con lo que le dijo el ángel dio vuelta en su decisión e hizo lo que Dios le pidió. Es que era justo, como dice el evangelista.

Una persona justa es aquella que aclara lo que Dios quiere y acomoda su persona, su vida y sus opciones a realizar la voluntad de Dios. Con José aparece bien claro: en lugar de abandonar a María con su embarazo, su criatura y su futuro incierto, se la llevó a su casa, hicieron su vida matrimonial, le dio el nombre de Jesús al Niño y lo educó. Captó que el Niño era el Mesías y se puso a su servicio. No dudó más. Tampoco ha de haber sido fácil, pero logró dar este paso.

Con nuestra Eucaristía dominical damos gracias a Dios por el testimonio de san José. Él no expresó una palabra –al menos no la encontramos en los textos evangélicos–, sin embargo habló con su ejemplo de obediencia a Dios. Su testimonio nos cuestiona.

¿Cómo actuamos cuando en alguna situación no encontramos la salida? ¿Qué hacemos ante nuestras dudas, crisis, problemas personales? Ante la duda sobre qué hacer, José ya había discernido y tomado la decisión de asumir la posibilidad con que la ley protegía a María; lo había hecho delante de Dios y para cumplir su voluntad. ¿Así hacemos nosotros en nuestra vida?

¿Qué hacemos cuando se trata de defender la vida de los no nacidos, la fragilidad de los pobres, la situación de las madres solteras o abandonadas, los derechos de las minorías, la vida de los migrantes, la dignidad de las personas? Ante José y sus vecinos, así se encontraban María y el Niño que ella llevaba en su vientre. Él, reconociendo su dignidad, optó por defenderlos, cuidarlos, protegerlos, garantizar su vida, asegurarles sus derechos, dar su vida por ellos. Cómo nos hace falta, tanto a los bautizados como a las instituciones y a la sociedad, dejarnos guiar por los criterios del bien común y el respeto a la dignidad de las personas. Esto es algo que tenemos que cultivar en nuestras familias y comunidades. Cómo nos hace falta educarnos en la justicia.

Esto es un desafío para nosotros, que estamos en un ambiente de mercado y consumismo, de expulsión de las personas que no producen ganancias, de destrucción de la naturaleza con tal de hacer más dinero, de ejercicio de la violencia con tal del dominio. San José nos enseña a caminar en la justicia. Aprendamos a buscar el estilo de vida que le agrada a Dios y optemos por defender a los frágiles. Seamos justos en nuestras relaciones con los demás, con la conciencia de que así lograremos que Jesús, a quien recibiremos en la Comunión, siga siendo Dios-con-nosotros.

18 de diciembre de 2106

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