Homilía para el 3er domingo ordinario 2014

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Llamados a la misión

Textos: Is 8, 23-9, 3; 1 Cor 1, 10-13. 17; Mt 4, 12-23.

Ord3 A 14 001

El texto del Evangelio nos ofrece el inicio de la misión de Jesús. San Mateo dice que Jesús dejó su casa y su pueblo para irse a la misión. Se fue a Galilea, a tierra de paganos. Se fue a la periferia a llevar la Buena Nueva del Reino a los despreciados por el mundo judío. No esperó a que vinieran a donde Él estaba, sino que fue, caminó a su encuentro, los buscó, les hizo la invitación a entrar en el Reino de Dios. Esto quiere decir que la salvación es para todos los pueblos.

Llamados a la misión

Textos: Is 8, 23-9, 3; 1 Cor 1, 10-13. 17; Mt 4, 12-23.

Ord3 A 14 001

El texto del Evangelio nos ofrece el inicio de la misión de Jesús. San Mateo dice que Jesús dejó su casa y su pueblo para irse a la misión. Se fue a Galilea, a tierra de paganos. Se fue a la periferia a llevar la Buena Nueva del Reino a los despreciados por el mundo judío. No esperó a que vinieran a donde Él estaba, sino que fue, caminó a su encuentro, los buscó, les hizo la invitación a entrar en el Reino de Dios. Esto quiere decir que la salvación es para todos los pueblos.

En Galilea inició y terminó su misión. Ahí, en un monte, encomendó a sus discípulos ir por todo el mundo para hacer que todos los pueblos se convirtieran en discípulos suyos. Con su llegada a una tierra considerada de paganos, Jesús cumplió la profecía de Isaías que escuchamos en la primera lectura. Se convirtió en luz para ellos que, en relación al pueblo judío, caminaban en tinieblas y en sombras de muerte. Jesús resplandeció en medio de las tinieblas y las sombras.

Jesús se convirtió en luz. Por una parte, por su misma presencia; por otra, con sus palabras y hechos iluminó la vida de quienes vivían en las periferias de la sociedad, como escuchamos en el Evangelio. Su predicación la comenzó llamando a la conversión para recibir el Reino. Es necesario dejar actitudes, proyectos y modos de vida, que no ayudan a vivir en la hermandad; desprenderse de todo aquello que esclaviza a las personas: dinero, bienes, fama, rencores, etc.

La conversión dispone a las personas para seguir el camino y el proyecto de Jesús. Desprendidos de toda atadura, se está en libertad de ir para dondequiera. Toda la persona debe ponerse a la disposición del seguimiento. Esto aparece claro en los primeros cuatro discípulos, aquellos pescadores llamados a seguirlo. Los dos primeros dejaron sus redes; los otros dos, a su padre y su barca. De los cuatro, dice san Mateo que inmediatamente siguieron a Jesús.

Acompañado de sus primeros discípulos, Jesús siguió iluminando la vida de muchas personas. Lo hacía con sus palabras, enseñando en las sinagogas y proclamando la Buena Nueva del Reino; lo hacía con sus hechos, atendiendo a las necesidades de las personas, llenas de enfermedades y dolencias. Ser luz implicaba para Jesús ser sensible a las situaciones de sufrimiento y tender la mano, confortar, curar. No se quedó en las palabras sino que fue a los hechos.

Todo esto nos recuerda nuestra condición y compromisos de bautizados. También fuimos llamados por Jesús a seguirlo y convertirnos en pescadores de hombres. La misión de Jesús es la misma de sus discípulos. Lo que hizo Jesús es lo mismo que nosotros debemos realizar. Tenemos el compromiso de ser luz para los demás, sobre todo para los alejados de la Iglesia y excluidos de la sociedad; primero, por nuestra presencia; luego, por nuestras palabras y hechos.

Una persona se convierte en luz para los demás por su presencia cuando se abre al encuentro con ellos, dialoga, vive la amistad, es gente de bien, transmite la paz. Se hace luz para todos por el testimonio cuando está atento a las necesidades, consuela, ayuda, sirve, cura. Ilumina la vida del barrio al reunirse con sus vecinos para encontrarse con el Evangelio, hacer vida de comunidad y buscar a los alejados de la vida de Iglesia. Hay que salir y no esperar a que vengan.

Precisamente esto se espera de nosotros. Que seamos luz en medio de las tinieblas de la violencia y entre las sombras de la pobreza, que iluminemos la vida de nuestras comunidades por el testimonio, que hagamos resplandecer a Jesús por el anuncio de la Buena Nueva y por la atención a los enfermos y sufrientes. Que el encuentro sacramental con Jesús en la Comunión nos fortalezca e impulse para cumplir la misión a la que fuimos llamados en el Bautismo.

26 de enero de 2014

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