Homilía para el 3er domingo de Pascua 2017

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Completar la Eucaristía

Pascua3 A 17

Nos hemos reunido en este domingo, que es el tercero del tiempo pascual, para celebrar la Eucaristía. Hoy coincide con la celebración del Día del Niño, por lo que los felicitamos y los encomendamos al Señor. Acabamos de escuchar en el texto del evangelio el testimonio de los discípulos de Emaús en su encuentro con Jesús resucitado, el cual vivieron el mismo día de la Resurrección por la tarde. Este encuentro fue algo parecido a lo que realizamos en las Misas, aunque las nuestras generalmente quedan incompletas.

Completar la Eucaristía

Textos: Hch 2, 14. 22-33; 1 Pe 1, 17-21; Lc 24, 13-35.

Pascua3 A 17

Nos hemos reunido en este domingo, que es el tercero del tiempo pascual, para celebrar la Eucaristía. Hoy coincide con la celebración del Día del Niño, por lo que los felicitamos y los encomendamos al Señor. Acabamos de escuchar en el texto del evangelio el testimonio de los discípulos de Emaús en su encuentro con Jesús resucitado, el cual vivieron el mismo día de la Resurrección por la tarde. Este encuentro fue algo parecido a lo que realizamos en las Misas, aunque las nuestras generalmente quedan incompletas.

 A la Misa deberíamos traer la vida de la semana en la comunidad, en las familias, en los lugares de trabajo, así como los discípulos de Emaús llevaban la tristeza por la muerte de Jesús y el desánimo porque con su muerte y sepultura se acabaron todas sus esperanzas en el Mesías que los liberaría del dominio de los romanos. Hoy traemos nuestro pesar por las situaciones de sufrimiento de nuestras familias, por los trabajadores bien exprimidos y mal pagados, por los adolescentes y jóvenes sumidos en la droga, por las personas fallecidas en estos días en la comunidad, por los esfuerzos hechos por realizar la misión y la poca respuesta de la mayoría.

Todo esto se lo platicamos a Jesús, que se une a nuestro caminar, aunque muchas veces no lo descubramos caminando con nosotros, como les sucedió a aquellos dos discípulos que volvían a su pueblo a seguir la vida ordinaria. Jesús nos pregunta por qué estamos tristes, por qué perdemos la esperanza, por qué nos damos por derrotados. Los discípulos de Emaús le platicaron todo lo que traían y Él los escuchó, como nos escucha a nosotros aunque no siempre lo sintamos así.

Ante esto, Jesús tiene su palabra. Tenemos que aprender a escucharla, a ver nuestra vida reflejada en ella, a experimentar que arde nuestro corazón, a encontrar luces para nuestra vida. Reconozcamos que somos duros de cabeza y de corazón para dedicarle tiempo, para aceptarla, para hacerle caso, para ponerla en práctica. Tomemos conciencia de la importancia de dedicarle tiempo, no sólo en las Misas dominicales, sino en la familia y en los espacios comunitarios.

La Palabra nos prepara para el momento principal de la Eucaristía, que es la Comunión sacramental. Los discípulos de Emaús invitaron a Jesús a quedarse con ellos. Y así sucedió, como dice san Lucas. Ahí en su casa, estando a la mesa, Jesús hizo la Fracción del Pan: lo tomó, dio gracias, lo partió y se lo dio, como lo había hecho en la Última Cena y en la multiplicación de los panes. Es lo que realizamos en la celebración de la Misa. En ese momento lo reconocieron y Él se les desapareció. Ya no había necesidad de que lo estuvieran viendo, porque ya se había quedado con ellos en su corazón y en su caminar. Su vida tomó otro rumbo, su proyecto volvió a tener sentido.

Inmediatamente se levantaron de la mesa, volvieron al camino y llevaron la noticia a los demás. Se convirtieron en misioneros. El encuentro con Jesús resucitado los transformó. Su tristeza se convirtió en alegría, su desánimo en valor para sostener que había resucitado, su desesperanza en el sentido de ser sus discípulos, su encerramiento en misión. Esto es precisamente lo que les falta a nuestras celebraciones Eucarísticas. Venimos, escuchamos la Palabra de Dios, oramos, comulgamos sacramentalmente, pero no salimos a realizar la misión. Nos quedamos con cumplir el precepto dominical, venimos al templo, aseguramos que nos firmen el tarjetón de asistencia, pero no compartimos nuestra experiencia de encuentro con el Resucitado. Por eso nuestras Misas quedan incompletas. Completemos esta celebración realizando la misión a lo largo de la semana.

30 de abril de 2017

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