Homilía para el 33er domingo ordinario 2012
El buen fin
Textos: Dn12, 1-3; Hb 10, 11-14. 18; Mc 13, 24-32.
La Palabra de Dios que se ha proclamado nos orienta en relación al buen fin. No se trata del que promueven los comerciantes para estos días con tal de obtener más ganancias, sino del que Jesús nos propone como discípulos suyos. Los textos nos llegan de manera oportuna, sobre todo teniendo en cuenta dos situaciones: una, que estamos a finales del año litúrgico; y la otra, que se ha anunciado que, según predicciones de los mayas, este año se acabará el mundo.
El buen fin
Textos: Dn12, 1-3; Hb 10, 11-14. 18; Mc 13, 24-32.
La Palabra de Dios que se ha proclamado nos orienta en relación al buen fin. No se trata del que promueven los comerciantes para estos días con tal de obtener más ganancias, sino del que Jesús nos propone como discípulos suyos. Los textos nos llegan de manera oportuna, sobre todo teniendo en cuenta dos situaciones: una, que estamos a finales del año litúrgico; y la otra, que se ha anunciado que, según predicciones de los mayas, este año se acabará el mundo.
Aunque utiliza imágenes de destrucción, Jesús no trata de asustar ni a sus discípulos de aquel tiempo ni a nosotros. Lo que nos quiere decir es que tenemos que cambiar nuestra manera de vivir, si es que anhelamos un buen fin: el de la vida eterna y no el del eterno castigo, anunciados por el profeta Daniel, como escuchamos en la primera lectura. Para esto es necesario que estemos atentos para descubrir los signos de los tiempos y saber de la cercanía del fin.
Jesús anuncia su venida y presenta los signos que la precederán: la luz del sol apagada, la luna sin brillo, las estrellas caídas, todo el universo conmovido. Se refiere a los grandes imperios que dominan a otros países, a los países poderosos que se apagarán en su esplendor, al final de las situaciones de opresión y de injusticia. Podemos decir que será el final de la violencia en el mundo. Esto nos lleva a que no perdamos la esperanza de una vida con tranquilidad y en paz.
La higuera que Jesús pone como ejemplo se refiere al templo de Jerusalén. En lugar de ser un espacio de acogida, de encuentro con Dios, se había convertido en una cueva de ladrones, en un espacio para el negocio y el mercado. Estaba muy bonito, pero no daba frutos. El templo también llegó a su fin; cuando fue destruido, por el año 70, no quedó piedra sobre piedra. La grandeza material no funciona cuando no ayuda a vivir en la hermandad, la justicia y la paz.
Con el ejemplo de la higuera, Jesús invita a sus discípulos a estar atentos a los signos que anuncian la cercanía de su venida gloriosa. Él anunció que vendrá para convocar a los justos de todos los pueblos de la tierra y reunirlos a su alrededor. De esta manera, como anuncia Daniel, los sabios van a brillar como brilla el cielo; y los que viven la justicia y la enseñan a los demás, tendrán el brillo como el de las estrellas. La opresión se apagará y la justicia resplandecerá.
El proyecto de Jesús está claro: la dominación, la injusticia, el dolor, la angustia, se tendrán que apagar; la hermandad, la justicia, la alegría, la esperanza, tendrán que brillar en el mundo… y para siempre. No se sabe cuándo, pero llegará ese día. Esto nos da esperanza, sobre todo si hacemos caso a Jesús, que dice que sus palabras se cumplirán, independientemente de que el mundo se acabe. Y aquí aparece nuestra tarea: mantenernos atentos, activos y con esperanza.
¿Qué tenemos que hacer entonces? Por lo pronto, no preocuparnos si se va a acabar el mundo o no, si será este año o no, si los desastres naturales son anuncio del fin o no. A nosotros nos toca dedicarnos a construir relaciones armoniosas, de hermandad, de comunidad, de justicia, de paz. Esto es lo que nos tiene que preocupar si es que queremos un buen fin en nuestra vida y en la historia de la humanidad. Esto es lo que Jesús nos quiere decir en el Evangelio.
Vamos a celebrar la Eucaristía. Es la entrega de Jesús que se prolonga hasta nuestros días, es la ofrenda única y definitiva que hace perfectos a los justos, como expresa la Carta a los Hebreos. Al comernos a Jesús hecho Pan y Vino, asumamos el compromiso de mantenernos atentos a los signos de los tiempos, renovemos la esperanza de un buen fin basado en la justicia, la fraternidad y la paz, mantengámonos a la espera de su segunda venida para permanecer con Él.
18 de noviembre de 2012
que alegria, que este la informacion en internet,, me la podran enviar a facebook A la pagina citas BIBLICAS.. gracias por compartir el mensaje de DIOS.. SALUDOS..
He tenido la oportunidad de participar en la Eucaristia de la Iglesis de la tercera orden, y ha sido una hermosa experiencia oir que la homilia es muy de acuerdo al compromiso con los pobres, esto me hace cosntatar que sigue siendo una Iglesia comprometida en el cambio de la vida de los mas desposeidos
Maria leticia
r.b.p