Homilía para el 32º domingo ordinario 2013

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Resucitar

Textos: Mac 7, 1-2. 9-14; 2 Tes 2, 16-3, 5; Lc 20, 20-38.

Ordinario 32 C 001

El texto del Evangelio nos ofrece un punto que ha sido y seguirá siendo un problema de la humanidad. Se trata de lo que sucede después de la muerte. Esto aparece en la polémica que vivían los saduceos respecto a la resurrección de los muertos. Ellos no la aceptaban y, además, se esforzaban porque se negara. La expresión final de Jesús nos ayuda a descubrir en dónde nos debemos ubicar sus discípulos, cuando presenta a Dios como Dios de vivos y no de muertos.

Resucitar

Textos: Mac 7, 1-2. 9-14; 2 Tes 2, 16-3, 5; Lc 20, 20-38.

Ordinario 32 C 001

El texto del Evangelio nos ofrece un punto que ha sido y seguirá siendo un problema de la humanidad. Se trata de lo que sucede después de la muerte. Esto aparece en la polémica que vivían los saduceos respecto a la resurrección de los muertos. Ellos no la aceptaban y, además, se esforzaban porque se negara. La expresión final de Jesús nos ayuda a descubrir en dónde nos debemos ubicar sus discípulos, cuando presenta a Dios como Dios de vivos y no de muertos.

Cada ocho días, al recitar el Credo, decimos: “creo en la resurrección de los muertos y en la vida eterna”. Quizá no lo comprendamos, porque no es un asunto de razón sino de fe. ¿Qué significa creer en la resurrección de los muertos? Al preguntarnos en este momento, seguramente no tenemos una respuesta clara y, mucho menos, que convenza a quienes nos escuchen. ¿Qué respondemos a esta pregunta? Esto nos ayudará a prepararnos para la Comunión.

Los siete hermanos macabeos, cuyo testimonio nos ofrece la primera lectura, creían en la resurrección. Por eso no les daba miedo morir a manos del tirano rey Antíoco. Ellos le decían que él les podía arrancar la vida presente por negarse a comer carne de puerco, prohibida por la ley, pero confiaban en que Dios los resucitaría. Además, le indicaban que él también resucitaría, pero no para la vida. La resurrección es algo ligado a la condición humana.

Resucitar no es revivir, es decir, volver a esta vida. Todos somos conscientes de que, junto con los proyectos que nos hacemos y las alegrías que experimentamos, hay dolores, problemas, angustias, sufrimientos y al final llega la muerte. Al resucitar no tendría sentido volver a vivir de esta manera. Resucitar es pasar, a través de la muerte, a otro modo de vida, una vida para ya no sufrir ni angustiarse ni tener problemas ni morir, como Jesús cuando salió de la tumba.

Esta manera nueva de vivir no la conocemos, pero sí la tenemos garantizada. Los macabeos y los saduceos no tenían garantía de la resurrección. Los macabeos la sostenían sin conocer de qué se trataba, pero la esperaban porque confiaban en Dios; los saduceos simplemente la negaban porque no la esperaban ni confiaban en Dios. Jesús, aunque tampoco la había experimentado pues no había muerto, la sostenía y confiaba en que su Padre Dios la ofrecía.

La garantía de la resurrección la tenemos en Jesús, no tanto ni sólo porque dijo que Moisés mencionó a Dios como Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob; ni tampoco por haber dicho que Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. La garantía está en la misma Resurrección de Jesús, al que el autor del Apocalipsis reconoce como el primogénito de entre los muertos. Jesús resucitó al tercer día, lo confesamos también en el Credo, aunque no sabemos cómo fue.

La pregunta de los saduceos y el caso que le inventaron a Jesús sobre la mujer que se casó con siete hermanos, quedó contestada y superada con la Resurrección de Jesús. Él explicó que el matrimonio es para esta vida, no para la otra. Lo mismo podemos decir de todo lo que realizamos en este mundo: es para esta vida y no para la otra. Pero lo que hagamos o dejemos de hacer nos garantiza o nos impide resucitar a la vida que Dios y Jesús nos prometen.

Enseguida, al profesar nuestra fe vamos a confesar tanto la Resurrección de Cristo como la resurrección de los muertos y la vida eterna. Aunque no sepamos cómo será nuestra resurrección ni qué sucederá después de nuestra muerte, confesar que creemos en la resurrección nos compromete a luchar por vivir conforme al Evangelio, construyendo el Reino de Dios, con la esperanza de que vamos a resucitar para la vida. Dispongámonos para celebrar la Eucaristía.

10 de noviembre de 2013

2 pensamientos sobre “Homilía para el 32º domingo ordinario 2013

  1. HOLA ME GUSTARIA RECIBIR EN MI CORREO, LAS HOMILIAS DE CADA EVANGELIO Y SEA ENTRE SEMANA O CADA DOMINGO, LOS FELICITIO POR SUS CAPSULAS LOS DOMINGOS, SIEMPRE LOS ESCUCHO PORQUE EXPLICAN DE UNA MANERA MUY SENCILLA Y ESPIRITUAL EL EVANGELIO DE CADA DOMINGO. FELICIDADES Y UN ABRAZOTE A SU EQUIPO.

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