Homilía para el 31er domingo ordinario 2013

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Decisión

Textos: Sab 11, 22-12, 2; 2 Tes 1, 11-2, 2; Lc 19, 1-10.

Ordinario31 C 13 001

Lo que escuchamos en el texto del Evangelio es lo que pasa, o debería pasar, en la celebración de la Eucaristía. Generalmente desligamos la Misa de nuestra vida diaria, poco tenemos conciencia de que la Eucaristía, de manera especial la de los domingos, es una oportunidad para vivir la conversión. Jesús viene a encontrarnos, nos llama por nuestro nombre, se hospeda en nuestra casa, comparte el alimento y nos transforma. Zaqueo tomó una decisión ante Jesús.

Decisión

Textos: Sab 11, 22-12, 2; 2 Tes 1, 11-2, 2; Lc 19, 1-10.

Ordinario31 C 13 001

Lo que escuchamos en el texto del Evangelio es lo que pasa, o debería pasar, en la celebración de la Eucaristía. Generalmente desligamos la Misa de nuestra vida diaria, poco tenemos conciencia de que la Eucaristía, de manera especial la de los domingos, es una oportunidad para vivir la conversión. Jesús viene a encontrarnos, nos llama por nuestro nombre, se hospeda en nuestra casa, comparte el alimento y nos transforma. Zaqueo tomó una decisión ante Jesús.

Zaqueo no solo era publicano sino jefe de publicanos. Los publicanos recogían los impuestos del pueblo judío para el Imperio Romano y por eso eran mal vistos por los judíos y, además, estaban catalogados entre los más grandes pecadores, junto con las prostitutas. Los jefes de los publicanos se enriquecían aprovechándose de su trabajo. Ellos tenían que dar por adelantado el impuesto anual a los romanos. Para asegurarlo hacían muchas tranzas y abusos.

Ese era el estilo de vida de Zaqueo, quien buscó la manera de conocer a Jesús. Se subió a un árbol y allí fue llamado por Jesús. Lo mencionó por su nombre y le dijo que quería hospedarse en su casa. Todo cambió para Zaqueo. Se llenó de alegría al escuchar a Jesús, se bajó del árbol y lo recibió con un banquete. Para Jesús era importante ofrecerle el perdón y ayudarle a que experimentara la misericordia de Dios, que da tiempo para que los pecadores se arrepientan.

A Jesús le trajo críticas el hecho de que estaba comiendo en casa de un pecador, algo prohibido por la ley. Pero Él llevó la salvación a un hijo de Abraham, pues vino a buscar y a salvar a los perdidos, como dijo luego de que Zaqueo expresara una decisión para su vida. Había escuchado a Jesús mientras compartía la mesa con Él, y decidió cambiar de vida. Su decisión lo puso en el camino de la salvación. La salvación está en ponerse al servicio de los pobres y la justicia.

Zaqueo había robado mucho a los pobres para garantizar los impuestos para Roma, se había enriquecido abusando de ellos, había estructurado su vida en base a la injusticia, el robo y las tranzas. Cayó en la cuenta de que no ese no es el camino ni el estilo de vida para vivir como hijo de Dios ni para seguir a Jesús. Por eso se comprometió a devolver a los pobres lo que les había robado y restituirles cuatro veces más lo que les había quitado en sus movidas chuecas.

En la celebración de la Eucaristía dominical, a la que Jesús nos convoca como a Zaqueo, primeramente escuchamos su Palabra. Esa Palabra, si le ponemos atención y le hacemos caso, nos lleva a revisar nuestra vida y a descubrir en qué andamos mal. La Palabra no es sólo para proclamarla y escucharla, es para dejarla que nos transforme desde dentro y decidir el cambio en nuestra vida. Y la conversión se vive con signos concretos a favor de los demás, como Zaqueo.

En la Eucaristía de los domingos Jesús viene a hospedarse en nuestra casa, lo que nos llena de alegría. Esa casa somos cada uno de nosotros, es cada familia, es cada barrio o colonia, es la parroquia. Y no solamente se hospeda como alguien que llega, está y se va. Se hospeda de manera sacramental. Nos da su Cuerpo y su Sangre para que nos lo comamos. Al comerlo se va con nosotros, lo llevamos a nuestra casa, a nuestra comunidad, a nuestros lugares de trabajo.

Dejémonos transformar por Jesús. Reconozcamos nuestros pecados: rupturas con los demás, injusticias, tranzas, abusos contra los pobres, olvido de los enfermos y ancianos, o los que tengamos. Tomemos la decisión de cambiar de vida y de asumir acciones concretas que expresen la conversión. Renovemos nuestra opción a favor de los pobres y excluidos de la sociedad. En este encuentro dominical con Jesús, pongámonos en el camino de la salvación como Zaqueo.

3 de noviembre de 2013

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