Homilía para el 30º domingo ordinario 2105

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De excluido a seguidor

Ord30 B 15

Acabamos de escuchar en el texto del Evangelio un encuentro entre Jesús y un excluido, Bartimeo. Él era un ciego y, por tanto, expulsado de la vida de la sociedad, impuro para los judíos, “olvidado” de Dios por su enfermedad. Dependía de la limosna de los demás para vivir –o, más bien, para sobrevivir–. Pero, algo importante, ya creía en Jesús y su encuentro con Él lo fortaleció, al grado de terminar siguiéndolo en su camino. Esto nos sirve para la Comunión.

De excluido a seguidor

Textos: Jr 31, 7-9; Hb 5, 1-6; Mc 10, 46-52.

Ord30 B 15

Acabamos de escuchar en el texto del Evangelio un encuentro entre Jesús y un excluido, Bartimeo. Él era un ciego y, por tanto, expulsado de la vida de la sociedad, impuro para los judíos, “olvidado” de Dios por su enfermedad. Dependía de la limosna de los demás para vivir –o, más bien, para sobrevivir–. Pero, algo importante, ya creía en Jesús y su encuentro con Él lo fortaleció, al grado de terminar siguiéndolo en su camino. Esto nos sirve para la Comunión.

En la Comunión nos encontraremos sacramentalmente con Jesús; verbalmente lo estamos haciendo en este momento por los textos bíblicos. Esta experiencia de encuentro dominical con Él nos debe impulsar a seguirlo en su camino, que pasa por el servicio diario y llega hasta la entrega definitiva de la vida en la cruz. En esto consistió su sacerdocio, descrito en la segunda lectura, que no fue cultual sino existencial, pues toda su vida se ofreció a Dios y a los demás.

Bartimeo era creyente en Jesús. La exclusión no se contrapone a la fe; al contrario, la facilita. Casi creo que al oír los pasos de la gente y la plática, preguntó qué sucedía o quién iba pasando. Le dijeron que Jesús de Nazaret. Con eso tuvo. Inmediatamente comenzó a gritarle y a llamarlo, no sólo por su nombre sino por uno de sus títulos: “Hijo de David”. No veía con los ojos del rostro, pero sí con los del corazón; siendo excluido estaba más metido que muchos en Jesús.

Dice san Marcos que muchas personas querían callarlo. Hasta lo regañaban. Y él, como sucede con estas personas cuando quieren algo, gritó más fuerte. Jesús reaccionó. Entre la plática, la multitud, los gritos, alcanzó a escuchar y ver al ciego, y les pidió que lo llamaran. Esta reacción de Jesús nos cuestiona en relación al modo en que actuamos ante los enfermos, migrantes, ancianos solos, mujeres y niños abandonados y muchas otras personas excluidas.

Frecuentemente cerramos nuestros ojos y nuestro corazón a estas situaciones. No queremos saber nada porque nos compromete o nos quita tiempo. O también a veces impedimos a otros, en la familia y en la comunidad, que se acerquen, escuchen y tiendan la mano a los excluidos y desechados. De estos impedimentos, un buen número de agentes de pastoral tienen experiencia. Oremos al Señor para que todos y todas reaccionemos como Jesús, escuchando y sirviendo.

Jesús dialogó con Bartimeo, le preguntó, lo escuchó, atendió su petición, le valoró su fe, le devolvió la vista. ¡Cuánto nos falta a los bautizados para vivir el seguimiento a Jesús, es decir, para actuar como Él! ¡Cómo nos hace falta vivir nuestro sacerdocio bautismal en el servicio a los demás, sobre todo a los excluidos y desechados por la sociedad y el mercado! Jesús nos indica el camino: detenernos, escuchar, platicar, valorar, tender la mano, rehacerlos en su dignidad.

El que estaba ciego, volvió a ver; el que estaba a la orilla del camino, se metió hasta el centro de él; el que estaba excluido, fue integrado. Así se cumplió en él la promesa de Dios, transmitida por el profeta Jeremías, que escuchamos en la primera lectura: el que era ciego estaba congregado, dejó de sufrir por su situación, fue consolado y guiado. Todo esto sucedió gracias a Jesús. En la narración, Marcos termina diciendo que Bartimeo comenzó a seguirlo por el camino.

Este es exactamente el proceso de fe. Comienza por escuchar el mensaje sobre Jesús, sigue el encuentro con Él, creer en su persona y su palabra, ponerse a caminar como discípulo para vivir de la misma manera y hacer lo mismo que Él. Bartimeo pasó de una situación de exclusión a otra de inclusión y seguimiento. Identifiquémonos con él en relación a Jesús; identifiquémonos con Jesús en relación a los excluidos. A esto nos compromete recibir la Comunión sacramental.

25 de octubre de 2015

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