Homilía para el 19º domingo ordinario 2014
Sostén en la misión
En el texto del Evangelio de este domingo podemos encontrar situaciones muy parecidas a las que vivimos hoy día. Individualmente, como familia, como comunidad, como parroquia, como Diócesis, como Iglesia, muchas veces nos encontramos envueltos por situaciones que ponen a prueba nuestra fe, nuestro caminar de Iglesia, nuestra experiencia de seguimiento a Jesús. En estas situaciones Jesús viene a nuestro encuentro para reanimarnos y sostenernos en la misión.
Sostén en la misión
Textos: 1 Re 19, 9. 11-13; Rm 9, 1-5; Mt 14, 22-23.
En el texto del Evangelio de este domingo podemos encontrar situaciones muy parecidas a las que vivimos hoy día. Individualmente, como familia, como comunidad, como parroquia, como Diócesis, como Iglesia, muchas veces nos encontramos envueltos por situaciones que ponen a prueba nuestra fe, nuestro caminar de Iglesia, nuestra experiencia de seguimiento a Jesús. En estas situaciones Jesús viene a nuestro encuentro para reanimarnos y sostenernos en la misión.
Como que los discípulos de Jesús querían seguir en aquel ambiente de multiplicación de los panes. Es una tentación permanente en la Iglesia instalarse en la seguridad, las comodidades, los donativos de los bienhechores. Los discípulos no habían comprendido que lo central ante el hambre y la pobreza es la experiencia de compartir su pan; ellos se estaban acomodando a seguir recibiendo de comer. Por eso Jesús los obligó a subir a la barca para seguir en la misión.
La misión no es fácil, tiene muchísimas complicaciones, como las que enfrentaron los discípulos en la barca con el viento y el agua. Como Iglesia nos encontramos en medio de una realidad de pobreza que aumenta día a día y se va complicando más con las reformas estructurales. La vida de las familias está sacudida por la falta de trabajo, pan, salud; los derechos humanos están siendo violados a través de esas y otras situaciones. No se encuentra el camino para salir.
¿Cómo realizar la misión en este contexto? Hay que tener conciencia de que la gente busca la manera de sobrevivir y esto le lleva gran parte del tiempo. Muchos agentes de pastoral andan en estas condiciones. No siempre se tiene el tiempo para el encuentro con el Evangelio, para participar en los espacios de comunidad, para cuidar la Creación. Allí se nos presenta Jesús para tranquilizarnos, para reanimarnos, para convencernos de que Él camina junto con nosotros.
Pero debemos creer en su presencia en medio de las dificultades. O nos sucederá lo mismo que a Pedro. Él dudó de que aquel que parecía un fantasma fuera el mismo Jesús. Y le puso una prueba. Le dijo que si realmente era el Señor, también lo hiciera caminar sobre el agua. Cuántas veces ponemos en duda la cercanía de Jesús en nuestra vida, por los problemas, los sinsabores, las crisis, los fracasos… o por no lograr mucho en los trabajos comunitarios.
En las dudas personales, en las dificultades y fracasos de la misión, es donde se pone a prueba la fe de los miembros de la comunidad. Al sentir la fuerza del viento y el agua, Pedro sucumbió, se comenzó a hundir. Lo venció el miedo, como estaba sucediendo con todos en la barca. Y entonces le pidió la ayuda a Jesús. Esto es algo que seguido nos falta como discípulos, en las familias, como comunidades, pues no todo depende de las personas en la misión.
Jesús siempre tiende la mano, ya que Él fue quien nos encomendó ir por todo el mundo a llevar el Evangelio y prometió estar siempre con nosotros. Nos sostiene como a Pedro y también nos hace caer en la cuenta de nuestra poca fe. Cuando descubrimos su presencia en medio de las tempestades de nuestra vida, cuando lo reconocemos y dejamos que actúe en los esfuerzos por realizar la misión, se experimenta la calma. Después de la tempestad viene la calma.
Hoy Jesús viene nuevamente a nuestro encuentro. Viene de forma sacramental en el Pan y el Vino para alimentarnos y fortalecernos. Esto nos tiene que tranquilizar para seguir adelante en los esfuerzos por evangelizar, por hacer vida de comunidad, por dar testimonio de Él en medio del mundo. No temamos ante los problemas de la vida, no nos desanimemos por lo duro de la pobreza y los “pocos” resultados en la misión. Jesús camina con nosotros y nos sostiene.
10 de agosto de 2014