Homilía para el 18º domingo ordinario 2013
No ser avarientos
Textos: Ecl 1, 2; 2, 21-23; Col 13, 1-5. 9-11; Lc 12, 13-21.
En este domingo la Palabra de Dios nos ayuda a pensar en una de las mayores tentaciones en la vida humana: la avaricia. Es la tentación por acumular, por atesorar, por tener más y más… y más. El tener da poder y el poder hace a la persona sentirse grande, pasar por encima de los demás, abajarlos. Jesús nos previene sobre esta actitud. Lo hace a propósito de la queja que una persona le dio de que su hermano no quería compartir la herencia con él.
No ser avarientos
Textos: Ecl 1, 2; 2, 21-23; Col 13, 1-5. 9-11; Lc 12, 13-21.
En este domingo la Palabra de Dios nos ayuda a pensar en una de las mayores tentaciones en la vida humana: la avaricia. Es la tentación por acumular, por atesorar, por tener más y más… y más. El tener da poder y el poder hace a la persona sentirse grande, pasar por encima de los demás, abajarlos. Jesús nos previene sobre esta actitud. Lo hace a propósito de la queja que una persona le dio de que su hermano no quería compartir la herencia con él.
Luego de aclararle que Él no era juez en cuestión de herencias, Jesús se dirigió a la multitud para dar su enseñanza: hay que evitar todo tipo de avaricia. ¡Todo tipo de avaricia! Esto vale para nosotros hoy, puesto que somos discípulos suyos. No tenemos que ser avaros, o avarientos, como decimos. San Pablo insiste en esto y nos dice que la avaricia es una forma de idolatría. Los bienes materiales y el dinero se ponen en lugar de Dios y se les rinden culto.
Cuando alguien se afana por el dinero, le hace la lucha a tener y tener, se desvive por acumular, hace que el dinero y los bienes se conviertan en el centro de su vida. Está pensando en eso todo el tiempo. Y Jesús da la razón por la que no debemos vivir en esta actitud; dice que la vida del hombre, que la felicidad, no depende de los bienes que posea, aunque sean muchos. Para Él la felicidad y la vida dependen del compartir, y ese tiene que ser nuestro proyecto.
En nuestro ambiente se nos propone como ideal supremo tener, poseer, acumular, ser exitosos; esto nos llega por muchos medios: la televisión, la radio, internet, incluso en las pláticas de familia o entre amigos. Como que lo central en la vida fuera el dinero y los bienes. Y para Jesús, no lo es. Su proyecto está en compartir lo que se tiene, en vivir la solidaridad, en darnos. Al final de cuentas, nadie se va a llevar nada cuando se muera. Eso lo aclaró Jesús con un ejemplo.
Jesús habló de uno que ya era rico. Tenía sus bodegas, pero un año la cosecha fue mucha y no cabía en ellas. Se puso a pensar qué iba a hacer. No pensó en compartir sino en acumular. Decidió hacer unas bodegas más grandes para meter ahí no sólo lo cosechado sino todo lo que tenía. Y con eso sentía que tenía la vida asegurada. Por eso tomó la decisión de descansar, comer, beber y pasársela bien. No tenía qué preocuparse ya de nada más sino de gozar la vida.
Y luego Jesús planteó lo que le sucedería a aquella persona en su afán por guardar. Dios le dijo que se iba a morir esa noche y le preguntó que para quién iban a quedar sus bienes. No se los iba a llevar. ¿Para qué? Los bienes y el dinero no son para atesorar, son para compartir, para vivir la solidaridad, de modo que nadie pase necesidad. Si hay quienes no tienen para el pan del día es porque otros tienen de más, si hay pobres es porque hay ricos; el acumular trae pobreza.
Al final Jesús hace otra invitación: hacerse ricos de lo que vale ante Dios. Las cosas son pura ilusión, como dice la primera lectura; la avaricia es una idolatría, dice san Pablo; la vida humana no depende de los bienes que se posean, dice Jesús. ¿Qué es lo que sí vale para Dios? Compartir
lo que se tiene, solidarizarse con los pobres. Entre las cosas que las familias deberían contemplar en su proyecto de vida, junto con la casa, es tener algo para compartir con los pobres.
En la Comunión nos vamos a encontrar sacramentalmente con Jesús. Él no solamente comparte, se hace solidario con los pobres; se da totalmente. Hoy nos ofrece su Cuerpo y su Sangre en el Pan y el Vino. A la luz de la Palabra de Dios, revisemos nuestra vida, nuestros proyectos: ¿por dónde andan? ¿Qué tenemos que cambiar para que nuestra vida no sea un puro acumular sino compartir y ser solidarios? Regresemos a nuestra casa sin el proyecto de ser avarientos.
4 de agosto de 2013
Señores de El Puente. muy respetuosamente pido a ustedes, podrían comentar algo sobre la visita del Papa Francisco a Brasil con motivo del encuentro de jóvenes? Considero que es de mucho interés enterarse de este evento de carácter mundial. y así conocer el mensaje del Papa a la juventud del mundo. Gracias.