Homilía para el 14° domingo ordinario 2017
Ser pobres, humildes y sencillos
Este domingo nos encontramos con una oración de acción de gracias de Jesús. La celebración que estamos viviendo como comunidad parroquial la llamamos Eucaristía, que significa acción de gracias. Jesús elevó su eucaristía –su acción de gracias– al Padre porque las cosas del Reino las iban comprendiendo los pobres, los humildes, la gente sencilla. Lo alabó por eso y dijo que así le había parecido bien. Con esta celebración dominical nos unimos a la acción de gracias de Jesús y le pedimos a Dios que seamos personas y comunidades abiertas a los misterios de su Reino.
Ser pobres, humildes y sencillos
Textos: Zac 9, 9-10; Rm 8, 9. 11-13; Mt 11, 25-30.
Este domingo nos encontramos con una oración de acción de gracias de Jesús. La celebración que estamos viviendo como comunidad parroquial la llamamos Eucaristía, que significa acción de gracias. Jesús elevó su eucaristía –su acción de gracias– al Padre porque las cosas del Reino las iban comprendiendo los pobres, los humildes, la gente sencilla. Lo alabó por eso y dijo que así le había parecido bien. Con esta celebración dominical nos unimos a la acción de gracias de Jesús y le pedimos a Dios que seamos personas y comunidades abiertas a los misterios de su Reino.
Acabamos de celebrar el 45º aniversario de nuestra Diócesis, que se ha esforzado por vivir el Evangelio y llevarlo hasta los últimos rincones y a todas las familias. Quienes mejor han aceptado la Buena Nueva y se han comprometido a transmitirla son los pobres. La gran mayoría de los agentes de pastoral son gente sencilla, humilde, pobre y empobrecida. Han ido aclarando su compromiso bautismal y lo han asumido, muchos de ellos sin saber leer ni escribir. Esto es motivo para unirnos a la acción de gracias a Jesús y para decirle al Padre que así le ha parecido bien.
Pero no termina todo ni con la celebración del aniversario de la Diócesis ni con alabar a Dios porque las cosas del Reino las siguen comprendiendo las gentes sencillas. El camino sigue, la misión continúa, el compromiso bautismal se renueva con la Comunión sacramental.
Jesús siguió su camino, su misión y su compromiso hasta la cruz. Vivió pobre. Él es el rey de que habla el profeta Zacarías: justo, victorioso, humilde y montado en un burrito, tal como entró a Jerusalén y fue aclamado por las multitudes empobrecidas. Además de vivir en la pobreza material, al grado de no tener dónde reclinar su cabeza, se mantuvo toda la vida como solamente saben hacerlo los pobres: abierto a la voluntad del Padre, conviviendo con pobres, excluidos, pecadores; haciendo suyas las cargas que llevaban, devolviéndoles el perdón, la salud, la esperanza; anunciándoles el Reino de Dios, llamándolos a compartir la misión. En esta misión descubrió que ellos, y no los sabios, estudiados, ricos y poderosos, captaban la vida del Reino. Así tenemos que ser nosotros. Por una parte, al igual que Jesús, vivir en la humildad, la sencillez, la pobreza; ciertamente no la pobreza que viene como consecuencia de la injusticia y las desigualdades –esa no la quiere Dios–, sino la de la apertura a Dios y su proyecto del Reino. Por otra, siguiendo el ejemplo de Jesús como Iglesia diocesana y parroquial: vivir la opción por los pobres, promoverlos para el Evangelio, convertirlos en sujetos de la misión.
Con esta Eucaristía dominical nos unimos a Jesús en su alabanza al Padre, pero nos comprometemos a seguir una vida en la pobreza, la apertura a Dios y su Reino, que es hermandad, justicia, solidaridad, perdón, paz. La Comunión sacramental nos une a Jesús, tanto en el estilo de vida en la sencillez, la humildad y la pobreza como en la promoción de los pobres para el anuncio del Evangelio. No seamos orgullosos, soberbios, sabelotodo, porque esto nos cierra a Jesús, al Padre, a la comunidad, a la vida del Reino, a los hermanos y hermanas.
Pidamos a Dios que nos mantengamos en el proyecto del Reino, personalmente, como barrios, como parroquia, como Diócesis. Quienes ya lo han hecho suyo, hay que continuar con sencillez, entrega, humildad, en búsqueda; quienes todavía no, repensar la vida y animarse a colaborar en la misión, con Jesús y como Jesús. Que esta Eucaristía nos impulse a seguir viviendo el servicio al Evangelio con sencillez, humildad, para que la eucaristía de Jesús se siga elevando al Padre.
9 de julio de 2017