Homilía para el 11º domingo ordinario 2017
La misión de los papás
Estamos celebrando la Eucaristía el domingo en que festejamos a los papás. Damos gracias a Dios por su vocación y misión, y le pedimos que los ayude a vivir su tarea teniéndolo a Él como modelo. Los textos bíblicos nos ayudan a reflexionar en la misión común que tenemos como discípulos y discípulas de Jesús, misión que los papás han de vivir de un modo especial en su familia. La reflexión nos preparará a recibir a Jesús en la Comunión y a salir de aquí a continuar la misión que Jesús encomendó a sus discípulos y a vivirla de la misma manera que Él.
La misión de los papás
Textos: Ex 19, 2-6; Rm 5, 6-11; Mt 9, 36-10, 8.
Estamos celebrando la Eucaristía el domingo en que festejamos a los papás. Damos gracias a Dios por su vocación y misión, y le pedimos que los ayude a vivir su tarea teniéndolo a Él como modelo. Los textos bíblicos nos ayudan a reflexionar en la misión común que tenemos como discípulos y discípulas de Jesús, misión que los papás han de vivir de un modo especial en su familia. La reflexión nos preparará a recibir a Jesús en la Comunión y a salir de aquí a continuar la misión que Jesús encomendó a sus discípulos y a vivirla de la misma manera que Él.
En el diálogo que tuvo con Moisés en el Sinaí, Dios le recuerda la preocupación por su pueblo, al que había sacado de la esclavitud en Egipto para llevarlo a la tierra prometida. Le dijo que los había levantado sobre alas de águila para llevarlos hacia Él y que si cumplían sus mandamientos los consideraría un reino de sacerdotes y una nación consagrada. Su pueblo era tan sagrado para Él, que estaba a su servicio. ¡Dios al servicio de su pueblo! ¡Qué gran noticia para todos! Los papás tienen un modelo en la relación con sus hijos: los hijos deben ser sagrados para los papás, por lo que los papás están para el servicio de sus hijos e hijas, para defenderlos, cuidarlos, enseñarles los mandamientos, llevarlos como el águila lleva a sus crías sobre las alas. Dios consideraba a Israel un reino de sacerdotes y un pueblo consagrado a Él. Al recibir el Bautismo, los hijos e hijas comenzaron a ser sacerdotes y quedaron consagrados a Dios también como profetas y reyes. De ahí que con mucho respeto los papás deben tratar a sus hijos e hijas, por tratarse de personas consagradas y por ser miembros del pueblo de Dios. Además, a los papás –junto con la mamá, su esposa– les corresponde ayudar a sus hijos e hijas a tomar conciencia de su condición bautismal y formarlos para la misión, pues se comprometieron a educarlos en la fe.
A Jesús, quien nos mostró con su vida al Padre, se le removieron las entrañas al ver a las multitudes extenuadas y desamparadas porque andaban como ovejas sin pastor. Así debe ser la preocupación de los papás por sus hijos; así debemos experimentar que se nos remueven las entrañas a los bautizados al ver a todas las personas que están abandonadas, excluidas, descartadas, por la sociedad: los niños que no van a la escuela y se ven forzados a trabajar, los adolescentes y jóvenes que han sido enganchados para la droga, la prostitución, la violencia organizada; las personas enfermas y ancianas que han sido abandonadas por su familia; las madres solteras o dejadas por el marido, los trabajadores explotados por las empresas, los indígenas que andan buscando la vida en nuestra región, los migrantes que han sido expulsados de sus pueblos por la pobreza…
Jesús nos envió como a los Doce a luchar contra el mal, a expulsar los signos de maldad, a curar enfermedades, a confortar a los abatidos, a buscar a los alejados, a devolver la esperanza y la vida. Esto que es común a todos los creyentes en Jesús, los papás lo tienen que vivir para con sus hijos e hijas. Ahí tienen el primer espacio para realizar la misión bautismal, como miembros del sagrado pueblo de Dios. Pero también la tienen que vivir, no como papás sino como discípulos de Jesús, en el barrio y en su trabajo. Jesús nos envió para anunciar el Reino de Dios dondequiera.
Al participar de esta celebración dominical y comulgar sacramentalmente, todos y todas renovamos el compromiso de realizar la misión que Jesús nos encomendó como discípulos suyos. Los papás se unen a Jesús en la preocupación por sus hijos e hijas, para que no crezcan como ovejas sin pastor ni queden desamparados y a merced de los lobos. Los encomendamos a Dios para que sean fieles a la misión que tienen y la vivan teniéndolo a Él como modelo de paternidad.
18 de junio de 2017