Homilía del Viernes Santo 2011
Sabiendo Jesús que todo había llegado a su término (Jn 19, 28). Jesús estaba en la cruz. Ahí lo habían clavado abusivamente. Su muerte fue tramada desde el comienzo de su misión. Seguido, nos dicen los evangelistas, intentaban matarlo: se reunían para ver la manera de acabar con Él, lo quisieron apedrear, desbarrancar. Ahora lo habían logrado y lo tenían en la cruz. Pero el mismo Jesús ya había dicho que nadie le quitaba la vida sino que Él la daba porque quería.
Todo había llegado a su término
Textos: Is 52, 13-53, 12; Hb 4, 14-16; 5, 7-9; Jn 18, 1-19, 42.
Sabiendo Jesús que todo había llegado a su término (Jn 19, 28).
Jesús estaba en la cruz. Ahí lo habían clavado abusivamente. Su muerte fue tramada desde el comienzo de su misión. Seguido, nos dicen los evangelistas, intentaban matarlo: se reunían para ver la manera de acabar con Él, lo quisieron apedrear, desbarrancar. Ahora lo habían logrado y lo tenían en la cruz. Pero el mismo Jesús ya había dicho que nadie le quitaba la vida sino que Él la daba porque quería.
Su entrega fue, pues, voluntaria, a pesar de que la muerte la decidieron y su cruz se la impusieron. Hemos hecho el recorrido del Vía crucis, acompañando a Cristo en su camino hacia la muerte; hemos reflexionado en su entrega y en el sufrimiento de los pobres, causado por las cruces que se les han impuesto; hemos pedido perdón por su muerte injusta, que a todos nos benefició porque nos trajo el perdón de nuestros pecados. Así llegó a término su servicio.
Ahora vamos a hacer el gesto de la adoración de la cruz. Al estar frente a ella queremos reconocer la entrega voluntaria de nuestro Salvador, que terminó en la crucifixión. Al tenerla en nuestras manos hay que reconocer que su condena y muerte fue consecuencia de su servicio y de la decisión de las autoridades civiles y religiosas de acabar con Él. Al besarla reasumimos nuestra tarea de seguirlo en su camino a la cruz y de no imponer más cruces sobre los pobres.
22 de abril de 2011