Homilía del domingo de la Santísima Trinidad 2011
“Tanto amó Dios al mundo”
Textos: Ex 34, 4-6. 8-9; 2 Cor 13, 11-13; Jn 3, 16-18.
“Tanto amó Dios al mundo” (Jn 3, 16). Con esta expresión describe Jesús a su Padre. Pone el acento en el amor de Dios y en el modo de manifestarlo a la humanidad. Lo mismo sucede en las otras dos lecturas proclamadas: Dios aparece como amor. Y para hacer presente ese amor es necesaria la respuesta de las personas. Hoy, domingo en que celebramos el día del Padre, la Palabra de Dios nos ilumina en relación al servicio que los papás tienen para con sus hijos.
“Tanto amó Dios al mundo”
Textos: Ex 34, 4-6. 8-9; 2 Cor 13, 11-13; Jn 3, 16-18.
“Tanto amó Dios al mundo” (Jn 3, 16). Con esta expresión describe Jesús a su Padre. Pone el acento en el amor de Dios y en el modo de manifestarlo a la humanidad. Lo mismo sucede en las otras dos lecturas proclamadas: Dios aparece como amor. Y para hacer presente ese amor es necesaria la respuesta de las personas. Hoy, domingo en que celebramos el día del Padre, la Palabra de Dios nos ilumina en relación al servicio que los papás tienen para con sus hijos.
Jesús habla del amor de Dios al mundo. Dice que amó –y sigue amando– a la humanidad al grado de “que le entregó a su Hijo único” (Id.). Con Él nos dio todo. Y luego dice para qué nos lo regaló: “no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él” (v. 17). Dios no es castigador, a pesar de los pecados de los hombres y mujeres, sino que es “compasivo y clemente, paciente, misericordioso y fiel” (Ex 34, 6). Así se presentó ante Moisés.
Estas características de Dios hablan del amor que le tiene a su pueblo. Moisés reconoce que Israel es un pueblo “de cabeza dura” (v. 9), lleno de iniquidades y pecados. Y sin embargo le suplica al Señor que esté con ellos en su caminar por el desierto. Dios no es vengativo ni se desquita de los errores de su pueblo. Lo manifestó con Moisés y los israelitas, lo muestra a través de Jesús su Hijo. Pablo lo confiesa como el Dios del amor y de la paz (2Cor 13, 11).
Los papás son presencia de Dios para con sus hijos. El don de la paternidad está unido no únicamente al hecho de engendrar y criar a sus hijos e hijas, sino de modo especial al hacerles presente a Dios con su vida. Su responsabilidad entonces consiste en amarlos de tal manera que les ofrezcan a Jesús, que los ayuden a encontrarse con Él y a descubrirlo como camino de salvación, que les enseñen a creer en Jesús. Esto lo han de realizar con su propio testimonio.
¿En qué consiste el testimonio de los papás? En creer en Jesús. Creer significa conocerlo, aceptarlo con sus opciones, estilo de vida y destino, esforzarse por hacer la vida semejante a la de Él, cargar la cruz. Quien cree en Jesús “no será condenado; pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en el Hijo único de Dios” (Jn 3, 18). Entonces los hijos e hijas tienen que descubrir que su papá sí cree en Jesús porque lo conoce, lo acepta y lo sigue.
Las palabras que dice san Pablo para todos los bautizados, las podemos dirigir a los papás: Estén alegres, trabajen por su perfección, anímense mutuamente, vivan en paz y armonía (2Cor 13, 11). También se les pueden aplicar las características de Dios, descritas en la primera lectura. Ojalá que cada papá sea “compasivo y clemente, paciente, misericordioso y fiel” (Ex 34, 8), como Dios. Eso esperan sus hijos e hijas, eso desea su esposa, de ustedes.
Si viven de esta manera, como expresa Pablo, el Dios del amor y de la paz estará con ustedes (2Cor 13, 11), y desde su interior lo podrán manifestar en su modo de vivir, al grado que cada hijo y cada hija descubran a Dios en su papá. Esto expresa que creen en Jesús. Así los papás se convertirán en expresión visible de Dios nuestro Padre y no solo estarán en el camino de la salvación, sino que conducirán a sus hijos por ese mismo camino. ¡Qué gran servicio!
La Palabra de Dios nos presenta a Dios que ama a la humanidad hasta darnos a su Hijo. Que cada uno de nosotros, como respuesta a ese amor de Dios, fortalezcamos nuestra fe en Jesús para mantenernos en el camino de la salvación. Que cada papá presente en esta Eucaristía dominical asuma el compromiso de parecerse a Dios en el modo de amar a su esposa y a sus hijos e hijas. Que la Comunión sacramental nos lleve a vivir el amor entre nosotros y con Dios.
19 de junio de 2011