Homilía del 3er domingo de Cuaresma 2012
Templos
Textos: Ex 20, 1-17; 1 Cor 1, 22-25; Jn 2, 13-15.
Jesús llegó al templo de Jerusalén y se encontró con que lo tenían convertido en un tianguis. Eso lo hizo reaccionar de forma violenta, porque con eso se le había cambiado totalmente el sentido a la casa de su Padre. Los judíos le pidieron las razones por las que actuaba así. Al responderles con la imagen del templo destruido por ellos y reconstruido por Él en tres días, nos da el verdadero sentido de los templos, para que los respetemos, los cuidemos y los defendamos.
Templos
Textos: Ex 20, 1-17; 1 Cor 1, 22-25; Jn 2, 13-15.
Jesús llegó al templo de Jerusalén y se encontró con que lo tenían convertido en un tianguis. Eso lo hizo reaccionar de forma violenta, porque con eso se le había cambiado totalmente el sentido a la casa de su Padre. Los judíos le pidieron las razones por las que actuaba así. Al responderles con la imagen del templo destruido por ellos y reconstruido por Él en tres días, nos da el verdadero sentido de los templos, para que los respetemos, los cuidemos y los defendamos.
Ciertamente Jesús no se refiere al templo de piedra y ladrillo, sino a la persona. Cuando habla del templo, habla de su cuerpo, como aclara el evangelista san Juan. Entonces el templo destruido es su cuerpo despedazado en la cruz; y el templo ya reconstruido en tres días es su cuerpo resucitado, después permanecer en el sepulcro. A partir de Jesús, el lugar de encuentro entre Dios y su pueblo serán las personas, comenzando con Él, que es el verdadero Templo.
Jesús echó fuera del templo de Jerusalén a los vendedores y a los cambistas. Ellos estaban haciendo negocio, aprovechándose de que la gente tenía necesidad de algo qué ofrecer en sus sacrificios. El negocio lo hacían dentro del templo, con lo que la casa de su Padre, estaba convertida en un mercado. Pero no era solo el lugar, sino el hecho de negociar con las necesidades del pueblo. Hacerlo dentro del templo hacía más grave el abuso que ya se cometía.
Esto nos tiene que hacer pensar en dos realidades: una, que las personas somos templos de Dios y nos merecemos respeto; la otra, que no se debe hacer negocio con nadie, menos aprovechándose de la necesidad, de otro modo la casa de Dios se sigue convirtiendo en mercado. Y eso fue lo que denunció Jesús. Si ya en el Antiguo Testamento, como escuchamos en el Éxodo, se pedía a Israel que no tuviera otros dioses y se respetara al prójimo, ahora con mayor razón.
Nos hace falta tomar conciencia de la dignidad de las personas. Cada una es casa donde Dios habita. Y para nosotros, por el Bautismo, nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo. Cada persona tiene su dignidad y debe ser respetada y cuidada como tal. Por eso, cada que ofendemos, maltratamos, golpeamos a alguien, lo que hacemos es maltratar un templo de Dios. No se diga cuando se le quita la vida. Sucede lo mismo que con Jesús, cuando lo llevaron a la cruz.
Por otra parte, las personas no son para negociar con ellas, mucho menos cuando se trata de los pobres. Esto sucede frecuentemente, de modo especial cuando se encuentran en necesidad: cuando se enferman, cuando alguien fallece, cuando alguien va a dar a la cárcel, cuando solicitan un préstamo, cuando andan buscando trabajo… ¡Cuántos abusos se dan! Eso equivale a convertir el templo de Dios en un tianguis. Si Jesús viviera, nuevamente agarraría un látigo.
Dios, a través de su Palabra escrita, nos ayuda a que tomemos conciencia de nuestra dignidad como personas, la cual tenemos que agradecer. La Palabra nos dice también de la obligación que tenemos de respetar a todas las personas en su integridad por tratarse de templos vivos de Dios. Y, algo importante, se nos pide defender a los demás, especialmente a los pobres, de todo tipo de abuso para que las casas de Dios no se sigan convirtiendo en un mercado.
Nos vamos a encontrar con Jesús en la Eucaristía. Él nos ofrece su cuerpo resucitado para que nos lo comamos y quiere permanecer con nosotros, lo que nos confirma en nuestra condición de templos de Dios. Esto nos compromete a tratar bien a todas las personas con que nos encontremos; además asumimos el compromiso de trabajar porque en nuestra comunidad y en la sociedad se respeten los derechos humanos y se garantice la integridad de los pobres.
11 de marzo de 2012