Homilía del 14º domingo ordinario 2012

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Carpintero profeta

Textos: Ez 2, 2-5; 2 Cor 12, 7-10; Mc 6, 1-6.

Jesús fue rechazado por sus paisanos. Primero se admiraron de las cosas que había aprendido, de la sabiduría que mostraba al hablar y de la capacidad de hacer milagros. Pero luego, al caer en la cuenta de que quien hacía eso era un carpintero, lo rechazaron. De la admiración por los hechos pasaron a la reprobación de la persona. ¿En qué estuvo el cambio? San Marcos lo dice en su narración: en la incredulidad de la gente que estaba en la sinagoga aquel sábado.

Carpintero profeta

Textos: Ez 2, 2-5; 2 Cor 12, 7-10; Mc 6, 1-6.

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Jesús fue rechazado por sus paisanos. Primero se admiraron de las cosas que había aprendido, de la sabiduría que mostraba al hablar y de la capacidad de hacer milagros. Pero luego, al caer en la cuenta de que quien hacía eso era un carpintero, lo rechazaron. De la admiración por los hechos pasaron a la reprobación de la persona. ¿En qué estuvo el cambio? San Marcos lo dice en su narración: en la incredulidad de la gente que estaba en la sinagoga aquel sábado.

Eso mismo sucede hoy entre nosotros, sobre todo con los agentes de pastoral laicos de nuestras comunidades. De ellos generalmente se reconoce y acepta lo que hacen: un servicio, la atención a los enfermos, la catequesis, reunir a las personas para la lectura y el estudio de la Biblia, etc. En eso no hay problema. El problema es cuando las personas se fijan en su condición social, en su nivel de escolaridad, en su condición laical. Ahí se les rechaza como a Jesús.

El punto estaba en que Jesús era un carpintero. Eso significaba que tenía poco valor en la sociedad, pues era alguien que vivía de su trabajo. Era un mil usos, no tenía escuela, era de los pobres. La situación social de los carpinteros estaba apenas por encima de la de los esclavos, los extranjeros y las prostitutas. De esos era Jesús. La gente no rechazaba lo que Él decía o hacía; al contrario, lo reconocían. Lo que rechazaban era que un carpintero, un pobre, lo hiciera.

Pero Jesús no se detuvo por las críticas o por el rechazo a su persona. Aunque sí le dolió que no reconocieran la acción de Dios en su persona. Él se reconoce como enviado de Dios. Siendo carpintero se presenta como profeta. Dice que en todos lados aceptan a los profetas, menos sus paisanos. El rechazo está ligado a la vida de los profetas, como escuchamos en el texto de Ezequiel. Con esta conciencia, Jesús siguió realizando su misión en otros pueblos.

Esto que le pasó a Jesús es un motivo para que los agentes de pastoral laicos continúen su servicio a la comunidad, pues se identifican con Él. Generalmente son mujeres y pobres: amas de casa, empleadas domésticas, afanadoras…; también hay varones –aunque pocos– y son trabajadores: mecánicos, albañiles, choferes, meseros… Si no se les rechaza su servicio, sí se señala que no tienen escuela, que son del barrio o la colonia, que no se saben expresar.

En esto, san Pablo nos ofrece su testimonio. Siendo también trabajador –él fabricaba y vendía tiendas de campaña–, se sabe débil, amenazado, insultado, tentado en la misión. Y, sin embargo, reconoce que su fuerza le viene de Cristo, que en la debilidad y la persecución se manifiesta la gracia del Señor. Jesús se sostuvo en su misión, Pablo se mantuvo en la misión, los agentes de pastoral laicos tienen que seguir adelante en la misión. La fuerza viene de Jesús.

También nos podemos preguntar si no somos personas incrédulas, como los paisanos de Jesús. Quizás hemos cuestionado el servicio de los laicos en la comunidad, no tanto por lo que dicen o hacen sino por quiénes son: gentes del barrio o colonia, con tercero o cuarto de primaria; desempleados, subempleados o personas que van al día. Tal vez hemos rechazado la Comunión de manos de otro laico o no hemos aceptado que nos enseñe la Palabra de Dios.

Hoy nos encontraremos sacramentalmente con Jesús en la Comunión. Es el carpintero, el profeta, muerto y resucitado que se nos da como Pan. Recibirlo nos compromete a reconocer el servicio de los laicos en la Iglesia. Oremos al Señor para que quienes tienen un servicio de evangelización en la comunidad no se desanimen ante las críticas y los rechazos. Pidamos que en nuestra Diócesis se siga valorando y alentando el servicio pastoral y profético de los laicos.

8 de julio de 2012

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