Guía para la celebración dominical en familia (13 de septiembre de 2020)
Les compartimos una guía para la celebración dominical de la Palabra en familia. Es para el domingo 13 de septiembre.
Perdonar de corazón
Celebración dominical de la Palabra en familia – XXIV Domingo ordinario – 13 de septiembre de 2020
Parroquia de Santo Niño Milagroso, en Huescalapa, Jal.
- Preparar un altar con el cirio encendido, la Biblia abierta en Mt 18, 21-35. Sobre un corazón roto, colocar una imagen de dos personas peleadas y alguna hierba amarga; sobre uno completo, dos personas perdonándose y miel. En medio de los dos corazones, un letrero: “Perdonar setenta veces siete”.
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CANTO: Setenta veces siete (Se puede encontrar y descargar en YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=uFL5PBTw0C4&pbjreload=101).
PAPÁ: Estamos reunidos como familia para celebrar la Resurrección de Jesús; y desde aquí estamos unidos a la Iglesia que se convoca por todo el mundo., Como cada domingo, nos vamos a encontrar con Jesús en el evangelio; hoy nos pide perdonar siempre y de corazón al hermano.
MAMÁ: Iniciamos nuestra celebración En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Observemos el altar a la Palabra (silencio). ¿Qué nos hace pensar? ¿Alguna persona nos ha ofendido y nos ha pedido perdón? ¿Hemos ofendido a alguien y le hemos pedido perdón? ¿Es fácil pedir perdón? ¿Es fácil dar el perdón?
- Cada quien prueba la hierba amarga y platica a qué le sabe.
Cuando no perdonamos o no nos perdonan, andamos así con el sabor amargo. Con este sabor que nos dejó la hierba, pensemos en una persona que nos ha ofendido y no la hemos querido perdonar (silencio).
TODOS/AS: Perdónanos, Señor, porque no queremos perdonar.
PALABRA DE DIOS
PAPÁ: Vamos a leer el texto del evangelio de este domingo. Después de escuchar a Jesús sobre la corrección fraterna, Pedro le preguntó sobre el perdón y Jesús platicó una parábola muy bonita, la cual terminó con una enseñanza. En silencio le pedimos a Dios que abra nuestro corazón a su Palabra.
- Uno de los hijos toma la Biblia del altar y lee Mt 18, 21-35 (Nota: Si es necesario, se lee otra vez el texto).
¿Qué nos llama la atención de lo que dice Jesús? ¿Cuál fue la pregunta de Pedro? ¿Cuántas veces hay que perdonar, según Jesús? ¿Cuánto le debía el servidor al rey? ¿Qué pidió el rey para que esa deuda se pagara? ¿Cuál fue la súplica de su servidor? ¿Qué decidió hacer el rey? ¿Cuánto le debía su compañero? ¿Qué hizo con su compañero para exigirle que le pagara? ¿Cuál fue la súplica de su compañero? ¿Qué decidió hacer con su compañero el servidor que acababa de ser perdonado de su deuda? ¿Cómo llamó el rey a su servidor cuando supo que no le perdonó la deuda a su compañero? ¿Qué debería haber hecho el servidor con su compañero, según la pregunta del rey? ¿Qué hizo el rey con ese servidor? ¿Cuál es la enseñanza final de Jesús?
MAMÁ: La misericordia de Dios es infinita y gratuita, como hizo el rey de la parábola; perdona siempre, por más grandes que sean los pecados. Y quien recibe el perdón de Dios, queda comprometido para perdonar de corazón a su hermano; es lo que debería haber hecho el servidor con su compañero. La cantidad que le perdonó el rey era grandísima e imposible de pagar, a diferencia de lo que le debía su compañero. Podemos sacar las cuentas: un denario era lo equivalente a un día de salario y su compañero le debía cien; un talento era lo equivalente a seis mil días de salario y el servidor le debía diez mil al rey (6,000 días de salario x 10,000).
El perdón debe ser de corazón. Esto significa experimentar lo que dice un refrán de autor anónimo: “Perdonar no es olvidar, es recordar sin dolor, sin amarguras, sin la herida abierta; perdonar es recordar sin andar cargando eso, sin respirar por la herida, entonces te darás cuenta que has perdonado”.
¿A qué nos compromete la enseñanza final de Jesús?
ORACIÓN Y BENDICIÓN
PAPÁ: Vamos a rezar la oración con la que Jesús nos enseñó a pedirle a Dios que nos perdone como nosotros perdonamos a los que nos ofenden. La decimos lentamente y hacemos pausa al decir esa frase: Padre nuestro…
MAMÁ: Vamos a probar la miel, para saborear lo que nos debe dejar la experiencia de perdonar de corazón al hermano o hermana que nos ofendió.
Con el sabor dulce de la miel en nuestra boca, vamos a pedir la bendición de Dios. Cada quien hace la señal de la cruz sobre la frente de los/las demás y les dice: Que el Señor te bendiga para que perdones como Él a quienes te han ofendido. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
- Canto final: Setenta veces siete.