Encuentro entre religiosas, religiosos y sacerdotes
El pasado 4 de mayo se realizó un encuentro entre sacerdotes, religiosas y religiosos presentes en la Diócesis de Ciudad Guzmán (DCG). Fue un acontecimiento lleno de inquietudes, esperanzas y desafíos.
Ser luz y signos de esperanza
El pasado 4 de mayo se realizó un encuentro entre sacerdotes, religiosas y religiosos presentes en la Diócesis de Ciudad Guzmán (DCG). Fue un acontecimiento lleno de inquietudes, esperanzas y desafíos.
La Asamblea de Religiosas, que se reúne tres veces al año, fue la que propuso encontrarse con el presbiterio, con motivo del Año de la Vida Consagrada al que convocó el Papa Francisco, y el Consejo presbiteral avaló la propuesta.
Se organizó este encuentro con el siguiente objetivo: “intercambiar expresiones de la vocación y misión y tareas de las diversas vocaciones y carismas presentes en la Diócesis”.
El primer momento de la asamblea fue para leer y reflexionar el texto de san Lucas que narra la presentación del Niño Jesús en el templo.
A la luz de este pasaje evangélico se vio la necesidad de ser luz y signos de esperanza en medio del mundo que nos está tocando vivir. Esto implica salir a las periferias a buscar a los pobres, los alejados, los caídos.
También se comentó que es importante agradecer a Dios el don de la vocación y vivir el profetismo a lo interno de cada comunidad y con el pueblo.
En su saludo a los 92 asistentes, el Sr. Obispo Rafael León Villegas dijo que los carismas son dones del Espíritu Santo para edificar la Iglesia y para vivir la comunión. “Un signo claro de la autenticidad de un carisma es la eclesialidad, su capacidad para integrarse armónicamente en la vida del santo pueblo de Dios para el bien de todos”, señaló. También dijo que en la Iglesia todos los carismas tienen su lugar y son para la tarea evangelizadora de la Iglesia.
Al mismo tiempo indicó que tan carisma es la vida religiosa como el ministerio sacerdotal y que debemos caminar juntos, abiertos a la riqueza de cada carisma y no haciendo la guerra entre nosotros.
El momento central del encuentro fue la presentación de tres temas, sobre aspectos comunes a la vida consagrada y presbiteral: la profecía, el seguimiento a Jesús y la mística.
El primer tema tocó el aspecto del profetismo y fue expuesto por el P. Walter Jiménez Hernández y la Hna. Ana Lilia Casillas Pascual, Adoratriz Perpetua del Santísimo Sacramento, quienes hablaron de la necesidad de vivir con coherencia y sin dobleces, teniendo a Jesús de Nazaret como centro. Esto exige escrutar las Escrituras, principalmente el Evangelio, pues no se puede ser profetas o profetisas sin estudiar la Escritura y sin captar su sentido. “Este es el modo de ayudar a la Iglesia”, indicaron.
Pusieron el dedo en otros dos aspectos: uno, abrirse a la alegría del Evangelio y salir de la autorreferencialidad, el aislamiento, las estructuras, el carrerismo y el clericalismo, para ir a las periferias con el Evangelio; el otro, experimentar el consuelo de Dios y transmitirlo al pueblo.
En relación al modo de vivir el profetismo de parte de los consagrados, dijeron que éstos deben ser “audaces, valientes, osados, atrevidos, de frontera, de vanguardia y no de retaguardia, que estén en la primera línea en la escucha de la voz del Espíritu en los clamores de los excluidos y marginados”.
El segundo tema, presentado por el P. José Lorenzo Guzmán Jiménez y la también Adoratriz, Hna. Gabriela Ochoa Luisjuan, trató el seguimiento a Jesús. Partieron del llamado que Jesús hizo a sus discípulos para formarlos y enviarlos a la misión, y señalaron que consagrados, consagradas y presbíteros, llamados en el Bautismo a seguir a Jesús, en el momento de su consagración se comprometen a vivirlo más fuertemente en la vida de comunidad y en la misión.
Se reflexionó en la necesidad de vivir la consagración con alegría, salir a las periferias existenciales, promover y formar a los laicos para que asuman la misión, formarse permanentemente en el Evangelio.
La Hna. Dorotea Marta Toasa Jiménez y el P. Manuel Torres Panduro ofrecieron el tercer tema, que fue sobre la mística. Comenzaron su exposición señalando que se “nos invita a vivir una espiritualidad siempre en éxodo, en salida”.
Ellos hablaron de la necesidad de pedir la gracia del Espíritu Santo, que ayuda a seguir a Jesús, escuchar a Dios, vivir la comunión, salir a la misión, ir al encuentro de los alejados y aprender la pobreza tocando la carne sufriente de Cristo. La regla suprema es el Evangelio –dijeron–; hay que meditarlo y dejarnos escrutar por Dios para hacer una vida evangélica.
Para concluir, se preguntó sobre los horizontes que se abren con el encuentro. Se coincidió en varias cosas: los carismas son para trabajar en la comunión y aportar a la misión, hay que salir de la comunidad-comodidad para crear comunidad y llevar el Evangelio; es necesario escrutar, discernir, para responder a la voz de Dios; tocar la realidad en cada lugar y ser signos de esperanza hoy.