El Juramento está en el corazón del pueblo
En octubre, Zapotlán el Grande se viste de fiesta. Las calles adornadas de verde y amarillo se cimbran por el constante zapateado de las cuadrillas de danzantes y sonajeros; el viento propaga los rítmicos sonidos del tambor, la flauta y el violín, de las sonajas y caracoles; los hogares huelen a ponche y a pozole; el repicar de las campanas de Catedral, y otras tantas cosas, anuncian que el pueblo, un año más, se prepara a cumplir su palabra a su santo patrono señor san José.
El juramento es el origen y razón de ser de la fiesta josefina en Zapotlán. Es una herencia de los antepasados de este pueblo que las nuevas generaciones ratifican cada 22 de octubre en la Iglesia Catedral, la casa de su santo protector, que en esta noche luce repleta de fieles de todas las edades. La celebración es una expresión entusiasta de la fe de un pueblo que ve en la sagrada familia de Nazaret un modelo de vida cristiana y la cuna de sus familias. En medio de vivas y porras, de rezos y aplausos, las imágenes son bajadas de sus altares y conducidas por el interior de Catedral. La bajada de las imágenes es parte de la historia de este pueblo. Se recuerda el tiempo de la guerra cristera, a finales de la segunda década del siglo XX, cuando ante la prohibición de realizar todo acto de culto público en las calles, se decidió hacer una procesión dentro de la antigua parroquia. Esta costumbre persiste hasta nuestros días.
El juramento es memoria histórica y compromiso fiel de este pueblo, que ante los terremotos y calamidades naturales, eligieron a Señor San José como su patrono y protector, y le prometieron honrarlo con una solemnidad religiosa anual. Este juramento se hizo por primera vez en el año de 1747, pero fue consignado en instrumento público, el 29 de diciembre de 1749. El patrocinio de san José llega en un momento difícil. Además de los fuertes temblores, hubo escasez de lluvia y fuertes heladas que acabaron con las cosechas. El pueblo padeció hambre, sufrió la enfermedad infecciosa llamada mazáhuatl y la plaga de sarampión que cobró muchas muertes y ocasionó una miseria espantosa. “En medio de esta situación marcada por hechos dolorosos nace en Zapotlán, como un árbol fuerte y frondoso, el patrocinio de san José y se inicia el camino de identidad entre san José y Zapotlán el Grande”, escribe el P. José Luis Huerta, en el primer fascículo de la serie “Un viajero que llegó para quedarse” publicado en octubre de este año 2011.
El 28 de marzo de 1806, a los tres días de haber sufrido uno de los terremotos más catastróficos de la historia de Zapotlán, que dejó en ruinas el templo parroquial y bajo sus escombros a unas dos mil personas, el pueblo renovó su juramento a Señor San José. Aparece de nuevo la promesa de sus antepasados de hacerle su fiesta y tres exigencias concretas: hacer una fiesta sencilla y austera (los gastos no deberían de pasar de los 35 pesos); debe haber un mayordomo, no importando que fuera rico o pobre, que se encargara de pedir ayuda a todos los vecinos con la finalidad de que todos cooperaran y lograran los beneficios; que todos deberían participar en la misa, en el sermón, en el rosario y en el sorteo de la rifa de la mayordomía. Hace 25 años, ante la protección recibida en el terremoto del 19 de septiembre de 1985, al siguiente año (1986), se hace de nuevo una renovación solemne del juramento.
La renovación de este juramento es el momento culmen de la fiesta donde los zapotlenses encuentran su identidad. San José rescata y renueva la raíz de este pueblo de Zapotlán que lo adopta y los hace parte vital de su historia. “El viajero que llegó a la Cofradía del Rosario y se hizo zapotlense, año con año, hace vibrar su corazón y hace sentir a los habitantes de la ciudad que es parte de su historia y sentirse orgullosos de que Zapotlán es de san José y José de Zapotlán”, así lo confirma el P. Alfonso Moreno Frías, actual Rector de Catedral.
El juramento está en el corazón del pueblo. De manera especial, en los cargadores que cargan y se encargan de cuidar el orden en los momentos importantes de la fiesta. El 23 de octubre de 1996 hicieron su juramento y cada año lo renuevan. Está en el corazón de los más de tres mil personas integrantes de las 33 cuadrillas de sonajeros y danzantes que bailando expresan su fe y renuevan el juramento a Señor San José. El 13 de octubre de 1997, en el marco de los 25 años de vida diocesana y de los 250 años del patrocinio de Señor San José, proclamaron y firmaron un juramento al santo patriarca que año con año renuevan.
La fiesta josefina en Zapotlán es tejida con el amor fiel y con el compromiso de un pueblo que expresa su fe en Dios y con cariño agradecido de un hijo con su padre Señor San José con quien establece una alianza con el firme propósito de cumplirlo, como bien lo expresa el P. Antonio Ochoa Mendoza: ¡Eres José, de Zapotlán dichoso. Gloria, consuelo, vida y esperanza: Patrono insigne, Padre cariñoso!
Publicación en Impreso
Número de Edición: 113
Autores: Claudia Barragán
Sección de Impreso: Pinceladas