Bodas en Las Cebollas

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Una tradición de comida, fiesta y diversión

En la boda indígena todos los invitados iban vestidos de acuerdo a la celebración, los hombres calzón y camisa de manta, ceñidor rojo y mujeres blusa blanca bordada en flores de colores rojo, naranja, rosa, morado y su rebozo.

Por: Evany Cortés Cabrera.

evany_cortes@hotmail.com

En Zacoalco de Torres, el barrio de las Cebollas adquirió ese nombre porque en siete esquinas se llegó a sembrar mucha cebolla y las personas lo empezaron a decir igual que a la verdura que hace llorar. El lugar se encuentra entre la vía del ferrocarril y el resto del municipio. Se caracteriza por ser de tradición indígena y artesanal, también es el barrio de los equipaleros y es el lugar que más conserva sus tradiciones en todo el municipio. La mayor parte de las fiestas representativas tienen origen ahí y una de las más importantes es la del matrimonio. Bodas en el barrio de Las Cebollas.

Los casamientos en las Cebollas se convirtieron en una tradición que las mismas personas la llamaron boda indígena por la forma de vestir: la novia debía llevar una falda de china poblana, una blusa bordada, falda negra y un rebozo. Por el contrario el novio un sombrero, pantalón de manta, y huaraches de hule.

“El novio llevaba una carga de leña a la casa de la novia y con eso demostraba que era un hombre trabajador; desde ese momento, acompañado por sus amigos y toda la familia, se daba por inaugurada la boda que duraba tres días: víspera, boda y tornaboda”, comentó el cronista José Castro Gutiérrez.

En la boda indígena todos los invitados iban vestidos de acuerdo a la celebración, los hombres calzón y camisa de manta, ceñidor rojo y mujeres blusa blanca bordada en flores de colores rojo, naranja, rosa, morado y su rebozo.

Después de la ceremonia religiosa se reunían todos en la casa de la novia para la fiesta amenizada por un mariachi solo de cuerdas, y en la que se comía picadillo y sopa de arroz y se bebía principalmente pulque, ponche de granada y tequila. El significado de llamársele una celebración indígena además de la forma de vestir, fue también por estos aportes básicos de la unión de la cultura indígena, mestiza y española a la gastronomía zacoalquense.

“La tornaboda era la fiesta con la que culminaba alegremente la boda indígena y en la que se continuaba con otro gran comelitón acompañado de los amigos del novio, la familia de la novia y amistades, donde el menú podía variar, ya sea combinando la sopa de arroz, con mole de gallina o pipián, que en la actualidad, todavía podemos considerar como platos emblemáticos de la cocina mestiza zacoalquense”, mencionó José Castro.

Jesús Moreno Montes habitante del barrio de las Cebollas se casó con esta antigua tradición, tenía 14 años y su esposa 13: “yo lo que quería era casarme, pero no me querían casar porque estábamos muy chicos, entonces el presidente de ese entonces y quien fue mi padrino me dijo, ¿te quieres casar de indígena?, yo le dije como sea lo que yo quiero es casarme. A mí se me hizo muy bonito casarme así me gustó mucho, a mis 72 años lo recuerdo muy bien”.

Jesús Moreno

Jesús tuvo ocho hijos de los cuales dos fallecieron. En la actualidad vive solo, su esposa radica en Estados Unidos y sus hijos también, “cuando yo me casé dimos de comer picadillo, sopa, mole y pipián, la bebida que se daba en ese entonces en las bodas era ponche y botellas de vino, la cerveza no se usaba en esos tiempos ni tampoco bailar el vals, el lugar donde se celebraban este tipo de bodas era en baldíos, mezquiteras y patios grandes, ahora ya todo eso está lleno de casas. También recuerdo que al salir de la iglesia nos aventaron arroz, muchas monedas y las cuelgas eran suales”.

Los suales eran una especie de tamal hecho de maíz compuesto con frijol, masa y piloncillo, esa era la ofrenda de los invitados para los novios. Se llaman cuelgas a los collares que son las colaciones, se envolvían con papel de china y como resultado eran collares para colgar a los novios a los cuales se les llamó “cuelga” que significa regalo.

“Lo importante es ya tener uno su familia y ser un matrimonio de bien, para mí sería un honor y orgullo que mis hijos se hubieran casado igual que yo pero no les llamó la atención ya se metieron a la moda de ahora. De mi familia yo fui el único que se casó así”, expresó Jesús Moreno quien lleva 58 años de casado.

Según datos del cronista José Castro, esta tradición lleva cuatro siglos y no se tiene registro de cuántas bodas se hayan celebrado. En la actualidad es poco común ver una boda que haga el mismo ritual indígena, pero los recuerdos de esta tradición siguen presentes en la memoria de las personas del barrio de las Cebollas.

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