Semilla de la Palabra para el día 17 de Julio de 2016
Semilla de la Palabra para el día 17 de Julio de 2016;
Para el 16º Domingo Ordinario.
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Información acerca de la Diócesis de Ciudad Guzmán.
Semilla de la Palabra para el día 17 de Julio de 2016;
Para el 16º Domingo Ordinario.
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Semilla de la Palabra para el día 10 de Julio de 2016;
Para el 15º Domingo Ordinario.
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Semilla de la Palabra el día 3 de Julio de 2016;
Para el 14º Domingo Ordinario
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Semilla de la Palabra para el día 26 de junio de 2016;
Para el 13º Domingo Ordinario
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Este domingo la Palabra de Dios nos ofrece algunos elementos para la revisión de nuestra vida. Reflexionar a la luz de ella nos sirve para prepararnos a recibir a Jesús en la Comunión y para salir de esta celebración Eucarística a vivir la misericordia, tanto en la familia como en la comunidad y la sociedad. Jesús dijo la parábola que conocemos como la del administrador astuto, para indicar a sus discípulos cómo debemos ubicarnos ante el dinero, los bienes y los pobres.
Los tres textos bíblicos que se han proclamado nos dan testimonio de lo misericordioso que es el Padre Dios. Hoy que nos hemos reunido para celebrar la Resurrección de Jesús, como cada domingo, nos ayudan a prepararnos para participar de la fiesta Eucarística de la misericordia. Ya reconocimos nuestra condición pecadora y pedimos perdón a Dios al comienzo de la Misa; ahora nos dispondremos para sentarnos a la mesa de los pecadores que nos prepara el Señor.
Nos reunimos este domingo para celebrar la Resurrección del Señor como cada ocho días. Vamos a escuchar la Palabra de Dios, que nos prepara para recibir el Cuerpo y la Sangre de Jesús en la Comunión. Ese es el momento central de la celebración. Al comulgar expresamos nuestra fe en Jesús y, como sus discípulos, renovamos el compromiso de mantenernos en comunión con Él. Esto significa que queremos vivir de acuerdo a su proyecto, sus opciones, su estilo de vida.
Nos encontramos reunidos para la celebración del banquete dominical de la Eucaristía, al que hemos sido convidados por el mismo Jesús. Somos sus invitados de honor, porque somos pecadores, y eso se lo agradecemos con sencillez porque no lo merecemos. Jesús da un golpe muy fuerte a los convidados a la comida en casa de aquel jefe de fariseos; pero también lo da a la sociedad de hoy, marcada por la competencia, los arribismos, las influencias, la exclusión.
A Jesús le hicieron una pregunta que hoy ya nadie se hace y ni es motivo de preocupación entre los bautizados. Le preguntaron sobre la salvación y si era cierto que eran pocos los que la lograban. La respuesta que dio no fue sí o no, sino que indicó el camino para alcanzar la salvación. Dijo que hay que esforzarse por entrar por la puerta angosta. Todos sabemos lo que es luchar hasta conseguir algo. Se ocupa constancia, tenacidad, equivocarse, reiniciar, cansarse.
De acuerdo a lo que dice el texto del Evangelio, Jesús iba realizando con mucho entusiasmo su misión y quería que sus discípulos la vivieran de la misma manera. Era la pasión por el Reino de Dios, que Jesús describió como un fuego interior que quema por dentro y se transmite a los demás. Era el fuego de la misericordia que él iba viviendo y deseaba que ardiera ya en la vida de sus discípulos. Es el fuego que se aviva este domingo con la Comunión sacramental.
El texto del Evangelio continúa con el tema de hace ocho días y da un paso más. Jesús siguió hablando sobre la riqueza que vale a los ojos de Dios: vender los propios bienes y compartirlos con los pobres, algo que no es fácil y que rechaza la sociedad en que vivimos. La propuesta de Jesús consiste en deshacerse de los propios bienes y repartirlos entre los pobres. Esto lo que debe ser considerado en el corazón de sus discípulos como el gran tesoro que se posee.