Página Diocesana

Información acerca de la Diócesis de Ciudad Guzmán.

Homilía para la solemnidad de la Madre de Dios 2019

Escuchar a Dios

Este primer día del año celebramos a la Virgen María en su condición de Madre de Dios. Pablo y Lucas nos dan testimonio de este servicio, que ella inició en Nazaret y culminó en el Gólgota. Pablo habla del Hijo de Dios nacido de una mujer. Esta mujer es María. Lucas nos presenta a María junto con José, la noche del parto, cuando recibieron la visita de los pastores que iban a conocer al Niño. Con nuestra Eucaristía agradecemos a Dios la disponibilidad de la Virgen para acomodarse al proyecto que Él le planteó y su capacidad de asumir todas las consecuencias de ser la mamá del Hijo de Dios, hasta la cruz, aunque no siempre comprendiera lo que le sucedía.

Homilía para el domingo de La Sagrada Familia 2018

La obediencia al Padre

Estamos viviendo el acontecimiento de la Navidad, el hecho de que Dios se hizo humano como nosotros para salvarnos y de que nació en la periferia para enriquecernos con la vida de Dios. Acabamos de escuchar en el texto del Evangelio un momento central en la vida de Jesús, María y José, a quienes celebramos hoy como La Sagrada Familia. Este texto nos ayuda a valorar algunas cosas de la vida de nuestras propias familias y a prepararnos para recibir sacramentalmente, en la Comunión, a Jesús que se hace Pan y Vino para nosotros.

Homilía para la Navidad 2018

La Palabra de Dios

Hoy es la Navidad, celebración para la que nos fuimos preparando a lo largo del Adviento. Festejamos al Niño recién nacido y nos encontramos con Él de varias maneras, para ir luego a ser sus testigos: lo tenemos en la imagen que está recostada en el Nacimiento, en la imagen que preside la vida de nuestra comunidad parroquial, en el texto del Evangelio y, sobre todo, en la Comunión sacramental, culmen de esta Eucaristía. Este Niño es la Palabra de Dios de que nos habla san Juan.

Homilía para el 4° domingo de Adviento 2018

Dos mujeres de fe

Hoy es el cuarto domingo de Adviento, el último antes de la Navidad. Acabamos de escuchar el Evangelio, que nos ofrece el testimonio de fe de dos mujeres: María e Isabel. Las dos esperaban al Mesías, las dos estaban llenas del Espíritu Santo, las dos estaban esperando un hijo. Isabel llevaba seis meses de embarazo, María estaba comenzando el suyo. A las dos las había elegido el Señor para realizar su plan de salvación: a Isabel en la ancianidad, a María en la adolescencia. Ambas aceptaron la propuesta y la acción de Dios en su vida. Damos gracias al Señor por su testimonio.

Homilía para el 3er domingo de Adviento 2018

Alegrarnos y convertirnos
La Palabra de Dios nos invita hoy a alegrarnos y a convertirnos. El motivo es la cercanía de la llegada del Señor. Sofonías pide a los israelitas que canten, griten de júbilo, se regocijen, por la vida nueva que llega con Dios, el Salvador; el salmista invita a gritar con júbilo porque Dios ha sido grande con Israel, pues lo protege y lo salva; Jesús se convirtió en motivo de alegría para los pobres, porque les trajo la buena nueva; San Pablo invita a alegrarse en el Señor porque está cerca.

Homilía para el 2° domingo de Adviento 2018

Aprender del Bautista

Textos: Bar 5, 1-9; Flp 1, 4-6. 8-11; Lc 3, 1-6

En este segundo domingo de Adviento, el texto del Evangelio nos ofrece el comienzo del ministerio de Juan Bautista. Desde el domingo pasado, la Palabra de Dios nos ha estado ayudando a disponernos para llegar bien preparados a la celebración del Nacimiento de Jesús. Con la Eucaristía agradecemos a Dios el regalo de su Hijo, que se hizo Carne en el vientre de María, nació en la periferia –Belén–, anunció e hizo presente el Reino de Dios, murió y resucitó para darnos vida.

Homilía para el 1er domingo de Adviento 2018

Una espera activa

Hoy que nos reunimos como Iglesia alrededor del Resucitado, para alimentarnos de su Cuerpo y Sangre, iniciamos el Adviento, tiempo de preparación para la celebración de la Navidad. Es un tiempo para pensar en la propia vida, en la vida de la comunidad, para entrar en proceso de conversión y alimentar nuestra esperanza. De ahí que los textos que acabamos de escuchar, aunque hablan de destrucción, no son para asustarnos sino para alimentar nuestra esperanza. Ante las situaciones de sufrimiento, desánimo, sinsentido, Dios tiene una promesa: la de una vida mejor, la cual nos ofrece en su Hijo Jesús. Esta esperanza es un don suyo, pero es también una responsabilidad nuestra y la alimentamos con la Eucaristía.