Homilía del 21er. domingo ordinario 2010
“Esfuércense en entrar por la puerta” Textos: Is 66, 18-21; Hb 12, 5-7. 11-13; Lc...
Información acerca de la Diócesis de Ciudad Guzmán.
“Esfuércense en entrar por la puerta” Textos: Is 66, 18-21; Hb 12, 5-7. 11-13; Lc...
Estamos celebrando en este domingo un acontecimiento importante para la vida de la Iglesia y de nuestra Diócesis: como Iglesia, la Asunción de la Virgen María, y como Diócesis un encuentro de Candidatos a Diáconos Permanentes y sus familias. Junto con María que bendijo a Dios que “puso sus ojos en la humildad de su esclava” (Lc 1, 48), hoy reconocemos y ponemos con humildad en el altar el hecho de haber sido vistos por Dios para servir en la comunidad.
El domingo pasado Jesús terminaba la parábola del rico avaro haciendo una invitación a sus discípulos, invitación que aparece también hoy, con otras palabras, en el texto del Evangelio. Decía que hay que hacerse ricos de lo que vale ante Dios. En este domingo Jesús nos dice: “acumulen en el cielo un tesoro que no se acaba” (Lc 12, 33). La Eucaristía que celebramos es parte de ese tesoro, pues Jesús hecho pan nos fortalece para seguirlo en su camino al Padre.
Ante un problema de herencia entre dos hermanos, problema que frecuentemente se presenta en nuestro ambiente, Jesús hace una invitación a la multitud que lo sigue y a todos sus discípulos: “Eviten toda clase de avaricia” (Lc 12, 15). Esta invitación nos prepara a la celebración dominical de la Eucaristía, dado que Jesús, sin estar apegado a los bienes materiales e incluso desprendiéndose de su vida, se da para nosotros hecho pan y vino.
La oración fue parte fundamental en la vida y ministerio de Jesús. Era tan importante y tan necesaria que le dedicaba noches enteras. Ahí, en esa experiencia de confianza en su Padre, Jesús encontraba la fuerza para continuar en su servicio al Reino. Sus discípulos, después de una experiencia de estas, le hicieron una petición: “Señor, enséñanos a orar” (Lc 11, 1). Ellos querían aprender del Maestro a orar para seguirlo en su camino. Eso tenemos que hacer hoy.
Así como Jesús llegó de visita a la casa de sus amigos Marta, María y Lázaro, hoy viene a visitarnos resucitado como cada domingo para alimentarnos con su Palabra y con su Cuerpo. Es una visita semanal que vivimos como Iglesia, aunque siempre permanece entre nosotros en la Biblia, en las reuniones comunitarias, en la Eucaristía, en los pobres, en los pastores. En su visita nos dice que de entre las cosas que nos preocupan “una sola es necesaria” (Lc 10, 42).
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Este domingo en que nos reunimos a celebrar la Resurrección de Cristo, en su Palabra escrita, Dios nos invita nuevamente a ser misericordiosos como Él. A Dios no lo vemos, pero su Hijo, con sus palabras y sus obras nos lo revela, pues, como dice san Pablo, Cristo es la imagen de Dios invisible (Col 1, 15). Para ser misericordiosos se ocupa vivir el mandato que Jesús le da al doctor de la ley al final del texto del Evangelio: “Anda y haz tú lo mismo” (Lc 10, 37).
P. Raúl Valdovinos Pulido, excolaborador de El Puente falleció el día de hoy martes 6...
Acabamos de cumplir, el pasado día 30 de junio, 38 años como Diócesis de Cd. Guzmán, Jal. Son ya 38 años de buscar caminos para evangelizar en el Sur de Jalisco. Son 38 años de esfuerzo por cumplir el mandato de Jesús de anunciar el Reino de Dios. No nos reunimos ese día para celebrar el aniversario, pero el Señor nos convocó dos días después como Diócesis para alimentar la comunión al celebrar la pascua de tres sacerdotes: Ramiro Cobián, Francisco Lucas y Enrique González. Y los textos que acabamos de escuchar nos vienen muy bien a propósito de este acontecimiento. Como Diócesis tenemos que sentirnos como los 72 discípulos. A ellos Jesús “los mandó por delante” (Lc 10, 1).
En este domingo nos encontramos con una nueva etapa en el ministerio de Jesús: el inicio de su camino hacia Jerusalén, camino que ya no dejará hasta dar su vida en la cruz. Es un camino y una experiencia que Él vive en total libertad, los cuales nos invita a hacer nuestros, también libremente. Cuando Jesús aclaró el rumbo de su misión, que culminaría en su regreso al Padre, libremente tomó la firme determinación de emprender el viaje a Jerusalén (Lc 9, 51).