Homilía del 23er domingo ordinario 2010
Jesús hace un alto en su camino hacia Jerusalén. Aunque ya varias veces se había detenido, ésta es una parada especial. Lo hace para dejar claro a quienes lo van siguiendo, muchísima gente según atestigua san Lucas, y a quienes quieran ser sus discípulos, que es necesario preferirlo por encima de la propia familia y de sí mismos, cargar la cruz y renunciar a todos los bienes. Quien no haga esto, dice Jesús, “no puede ser mi discípulo” (Lc 13, 25. 27. 33).