Página Diocesana

Información acerca de la Diócesis de Ciudad Guzmán.

Homilía del 24º domingo ordinario 2010

La mañana de la Resurrección, cuando las mujeres llegaron al sepulcro para perfumar el cuerpo muerto del Señor, escucharon en la voz del Ángel: ¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado” (Lc 24, 5-6). Son las palabras de alegría por el acontecimiento que festejamos hoy con la Misa: la Resurrección de Jesús. Son las palabras de alegría del padre por el regreso de su hijo menor: “estaba muerto y ha vuelto a la vida” (v. 24).

Homilía del 23er domingo ordinario 2010

Jesús hace un alto en su camino hacia Jerusalén. Aunque ya varias veces se había detenido, ésta es una parada especial. Lo hace para dejar claro a quienes lo van siguiendo, muchísima gente según atestigua san Lucas, y a quienes quieran ser sus discípulos, que es necesario preferirlo por encima de la propia familia y de sí mismos, cargar la cruz y renunciar a todos los bienes. Quien no haga esto, dice Jesús, “no puede ser mi discípulo” (Lc 13, 25. 27. 33).

Homilía del 22º domingo ordinario 2010

El domingo pasado escuchamos y reflexionamos la invitación de Jesús a esforzarnos por entrar al Reino por la puerta angosta. En la Eucaristía de este domingo, que es el banquete por excelencia de los discípulos, Jesús nos dice qué tenemos que hacer para entrar en la fiesta del Reino de Dios: “ocupa el último lugar” (Lc 14, 10). Hace esta invitación a sus discípulos a propósito de que los invitados a la comida donde Él participaba buscaban los primeros puestos.

Homilía de la solemnidad de la Asunción 2010

Estamos celebrando en este domingo un acontecimiento importante para la vida de la Iglesia y de nuestra Diócesis: como Iglesia, la Asunción de la Virgen María, y como Diócesis un encuentro de Candidatos a Diáconos Permanentes y sus familias. Junto con María que bendijo a Dios que “puso sus ojos en la humildad de su esclava” (Lc 1, 48), hoy reconocemos y ponemos con humildad en el altar el hecho de haber sido vistos por Dios para servir en la comunidad.

Homilía del 19º domingo ordinario 2010

El domingo pasado Jesús terminaba la parábola del rico avaro haciendo una invitación a sus discípulos, invitación que aparece también hoy, con otras palabras, en el texto del Evangelio. Decía que hay que hacerse ricos de lo que vale ante Dios. En este domingo Jesús nos dice: “acumulen en el cielo un tesoro que no se acaba” (Lc 12, 33). La Eucaristía que celebramos es parte de ese tesoro, pues Jesús hecho pan nos fortalece para seguirlo en su camino al Padre.

Homilía del 18º domingo ordinario 2010

Ante un problema de herencia entre dos hermanos, problema que frecuentemente se presenta en nuestro ambiente, Jesús hace una invitación a la multitud que lo sigue y a todos sus discípulos: “Eviten toda clase de avaricia” (Lc 12, 15). Esta invitación nos prepara a la celebración dominical de la Eucaristía, dado que Jesús, sin estar apegado a los bienes materiales e incluso desprendiéndose de su vida, se da para nosotros hecho pan y vino.

Homilía del 17º domingo ordinario 2010

La oración fue parte fundamental en la vida y ministerio de Jesús. Era tan importante y tan necesaria que le dedicaba noches enteras. Ahí, en esa experiencia de confianza en su Padre, Jesús encontraba la fuerza para continuar en su servicio al Reino. Sus discípulos, después de una experiencia de estas, le hicieron una petición: “Señor, enséñanos a orar” (Lc 11, 1). Ellos querían aprender del Maestro a orar para seguirlo en su camino. Eso tenemos que hacer hoy.

Homilía del 16º domingo ordinario 2010

Así como Jesús llegó de visita a la casa de sus amigos Marta, María y Lázaro, hoy viene a visitarnos resucitado como cada domingo para alimentarnos con su Palabra y con su Cuerpo. Es una visita semanal que vivimos como Iglesia, aunque siempre permanece entre nosotros en la Biblia, en las reuniones comunitarias, en la Eucaristía, en los pobres, en los pastores. En su visita nos dice que de entre las cosas que nos preocupan “una sola es necesaria” (Lc 10, 42).

Homilía del 15º domingo ordinario 2010

Este domingo en que nos reunimos a celebrar la Resurrección de Cristo, en su Palabra escrita, Dios nos invita nuevamente a ser misericordiosos como Él. A Dios no lo vemos, pero su Hijo, con sus palabras y sus obras nos lo revela, pues, como dice san Pablo, Cristo es la imagen de Dios invisible (Col 1, 15). Para ser misericordiosos se ocupa vivir el mandato que Jesús le da al doctor de la ley al final del texto del Evangelio: “Anda y haz tú lo mismo” (Lc 10, 37).