Atrévete a ser feliz – Vida diocesana
Taller sobre kerigma para coordinadores de jóvenes Del 7 al 9 de febrero se...
Es una especie de portada. Contiene referencias y ligas del contenido de las demás secciones. Sólo informaciones pequeñas estarán completas, el resto serán llamados. También es un tablero de avisos.
Taller sobre kerigma para coordinadores de jóvenes Del 7 al 9 de febrero se...
Reconocer y confesar a Jesús
San Juan nos ofrece hoy la tercera aparición de Jesús resucitado a sus discípulos. Las dos primeras las escuchamos y reflexionamos el domingo pasado: la primera fue el día de la Resurrección por la noche, cuando Tomás no estaba con la comunidad; la segunda fue a los ocho días, en la que Tomás lo reconoció y confesó como su Señor y su Dios. La tercera vez que el Resucitado se encontró con sus amigos, fue también una experiencia de reconocimiento y confesión. Esto sintetiza lo que tiene que ser nuestra dinámica personal y comunitaria como discípulos misioneros de Jesús.
Encontrarnos con el Resucitado para ir a la misión
Después de irse encontrando con sus discípulas y algunos de sus discípulos a lo largo del día de su Resurrección, Jesús fue a visitar a la comunidad. Ellos estaban tristes por su muerte y encerrados por miedo a los judíos. Era lógico. Pero la muerte no triunfa, Dios no permanece callado. Dios habla y la Vida triunfa. La Resurrección es la mejor respuesta del Padre a los gritos de su Hijo en la cruz y a la desesperanza de los discípulos y discípulas del Nazareno crucificado. Ese encuentro vespertino, que culminó todos los demás del domingo, transformó totalmente a la comunidad y nos señala lo que tienen que ser nuestras Eucaristías dominicales: un impulso para ir a la misión.
Les ofrecemos el material de la XI Asamblea Diocesana Postsinodal. Tiene dos partes: la primera son los contenidos, es decir, la síntesis diocesana de la evaluación de las prioridades en lo eclesial del 4º Plan Diocesano de Pastoral y lo que reflexionamos a partir de ella; la segunda son los apéndices, o sea, los cantos, los saludos, las palabras de nuestro padre obispo, las guías de la oración... Ojalá que les sirva para seguir trabajando en sus comunidades, sobre todo con los desafíos.
Ver y creer
Jesús de Nazaret, el que murió crucificado, resucitó. Este es el mensaje central del Evangelio y, por tanto, de nuestra fe. Este es el acontecimiento que celebramos hoy con toda solemnidad, aunque lo hacemos cada domingo de manera especial y cada vez que celebramos la Eucaristía. Los textos de la Palabra de Dios nos ofrecen varios testimonios de su Resurrección y nos impulsan a convertirnos en testigos suyos con nuestra vida. La Comunión que recibiremos, que es el Cuerpo y la Sangre del Resucitado, nos da la fuerza necesaria para sostenernos en el testimonio.
¡Qué noche tan dichosa!
Estamos celebrando la Vigilia de las vigilias, la Misa de las Misas. Esta es la noche de la Resurrección y, en esta velada en que renovaremos nuestro compromiso bautismal de seguir a Jesús y testigos suyos, san Lucas nos ofrece su testimonio de la Resurrección del Señor. Lo acabamos de escuchar en el Evangelio.
Como Jesús, el esclavo
Hoy, Jueves Santo, celebramos la institución de la Eucaristía y el mandamiento nuevo del amor. Con esta celebración vespertina renovamos este doble don, dado por Jesús durante la Última Cena, primero con el gesto del lavatorio de los pies y, luego, con la recepción y adoración del Cuerpo y la Sangre de Jesús.
Acompañar y seguir a Jesús Textos: Lc 19, 28-40; Is 50, 4-7; Flp 2, 6-11; Lc...
Respuesta a los inmisericordes
Dijo un interno de la Penal que este Evangelio es eterno. Así es la misericordia de Dios, como dice un salmo: “La misericordia del Señor es eterna” (Sal 117), y Jesús la mostró hacia aquella mujer, a quien unos escribas y fariseos mañosos y abusadores le llevaron para justificar su condena a muerte. El acusado era Jesús, no la mujer; a ella la utilizaron de pretexto. La respuesta de Jesús ante el machismo, la crítica a una persona pecadora y la manipulación de la ley, tres prácticas inmisericordes, nos ayuda a revisar nuestra vida, a disponernos a recibir la Comunión este domingo y a seguirnos preparando para la celebración de la Pascua.
Regresar al Padre
Nos hemos reunido para celebrar una fiesta: la Eucaristía. Lo hacemos, como cada domingo, para agradecer a Dios nuestro Padre la Resurrección de Jesús, su Hijo. La Eucaristía es un banquete de pecadores, no de puros y perfectos, sino de hijos e hijas que, por el pecado, nos hemos alejado de Dios y que hemos sido recibidos por Él. Dios es un Padre misericordioso, como lo describe Jesús en el texto del Evangelio que acabamos de escuchar.
Oportunidad para convertirnos
Los textos bíblicos de este domingo nos invitan a la conversión. Esta es la actitud en que deberíamos estar todos los días de nuestra, aunque se nos recuerda con mayor fuerza durante el tiempo de la Cuaresma, como parte de la preparación para la celebración de la Pascua de Jesús. La conversión consiste en el cambio de corazón, desde la raíz, desde lo más profundo, para volver al corazón de Dios y a su proyecto de salvación. Con la Comunión sacramental que recibiremos este domingo manifestaremos nuestra decisión de mantenernos en el cambio de vida.