Un vecino muy animado
Por: Edith Barragán López
Mi vecino Totoro.
Director: Hayao Miyazaki, 1988. Japón.
Apta para toda la familia
Una de las películas más emblemáticas de los Studio Ghibli, es sin duda ‘Mi vecino Totoro’ que se ha convertido en uno de los símbolos de cine animado japonés y del realismo mágico tan característico de todas las producciones de los Studio Ghibli y de la obra en general de Miyazaki.
La historia es muy sencilla, en los años 50, una familia japonesa se traslada al campo –el padre y dos hijas- para estar más cerca de un hospital donde la madre se encuentra convaleciente.
El padre es un profesor universitario que estimula la imaginación de sus hijas relatándoles fábulas e historias mágicas sobre duendes, fantasmas y espíritus protectores de los hogares.
Las dos hijas, Satsuki y Mei, entablan amistad con Totoro, un espíritu del bosque, que, junto con otros personajes fantásticos, les alegran la vida y les ayudan a llevar de mejor manera la enfermedad y ausencia de la madre.
¿Por qué ver esta película con toda la familia?
Por la relación familiar de cooperación y ayuda. Cuando la familia llega a su nueva casa, todos colaboran a limpiar, a acomodar la mudanza, a darle forma a lo que será su nuevo hogar.
Por el cuidado y preocupación hacia los miembros de la familia. No solo hacia la madre enferma, sino en los pequeños detalles que se tienen, por ejemplo, cuando llueve y las niñas van a la parada del autobús para esperar a su papá con un paraguas, para que él no se moje; o cuando no encuentra Satsuki a su hermana pequeña Mei y la busca afanosamente en el bosque. O cuando Mei siente tristeza y la hermana la recibe en su banca de la escuela. Es decir, se quieren, se acompañan, se preocupan y se ocupan de su familia.
Por el respeto que se muestra hacia los mayores. Parte muy valiosa de la cultura japonesa es el respeto que siempre muestran los jóvenes a los ancianos. En este caso, a las niñas las cuida Obaa-chan, cuando no está su padre, y ellas siempre se dirigen a ella con respeto, la obedecen y le hacen muestras de cariño. Además, en su comunidad o ‘kanta’ hay solidaridad y ayuda de unos con otros.
Por el cuidado y respeto al medio ambiente. Dentro de las tradiciones de muchos pueblos, incluido el japonés, está el respeto y cuidado de la naturaleza, en esta película se manifiesta al saludar al bosque, al abrazar los árboles, al darles un carácter casi místico.
Por despertar y alentar la creatividad y la imaginación. El padre al escuchar a las niñas hablar de que han conocido a Totoro el duende, no las descalifica o las juzga de locas, sino que las alienta a seguir platicando de sus vivencias y a expresar sus emociones.
Por conocer otras experiencias de dibujos animados, mucho tenemos ya con Disney, Pixar y las grandes compañías estadounidenses, es muy agradable ver otro tipo de historias que nos enriquecen y nos dan otra visión del mundo.
Edith Barragán López
Originaria Zapotlán el Grande, Jalisco y desde algunos años es profesora en La Piedad Michoacán. Sueña con tlayudas oaxaqueñas y ponche de granada frecuentemente. Los libros, la música y el cine son sus gustos mas queridos. Contacto: ebarragan80@hotmail.com