Un reto para la familia, otro para los maestros
Se trata de una colección de libros que son un garbanzo de a libra. Los publicó el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) en el 2015, y hasta ahora han servido de fino ornamento en oficinas y salas de líderes del gremio. Con todo y papel celofán, bien bello. Pero algunos de esos ejemplares se colaron a bibliotecas de escuelas y a manos de profesores que sí leen. Ahí me los encontré.
Se llama “El Elogio de la Educación, Consejos de Mentes Brillantes”, se trata de quince breves libros en las que autores reconocidos de la talla de Mario Vargas Llosa, abordan distintos campos en los que gozan de autoridad moral: “Lección de lectura”, “Lección de Arte”, “Lección de Justica” y algunos etcéteras más.
Pero hoy quisiera citar a Victoria Camps y su “Lección de Ciudadanía”, en la que se refiere a la escuela como un espacio privilegiado para la formación de ciudadanos, sobre la que sin embargo pesan en la actualidad dos grandes retos, que bien pueden dividirse con equidad entre maestros y las familias de los estudiantes.
La autora española reconoce que en los años recientes las escuelas no han sido muy eficaces en la formación para la ciudadanía. Y entre otras causas encuentra que las escuelas y la actividad docente arrastran un desprestigio que hace años la profesión no tenía. Para formar ciudadanos los maestros deben de asumir una nueva realidad y enfrentar el reto con estrategias éticas, pero también didácticas.
Cuando los maestros eran considerados personajes ilustres de las comunidades, la escuela vivía el monopolio del conocimiento. El acceso a nuevos aprendizajes académicos solo era posible en las aulas, donde un profesor venerable compartía con humildad sus saberes. Esa realidad cambió, a los salones de clase mexicanos y de todos los niveles, llegan alumnos que ya gozan de un amplio bagaje de conocimientos previos, y acceder a nuevos datos resulta tan sencillo y barato como utilizar el smarthphone para consultar bibliotecas digitales, videos y aplicaciones que ayudan a aprender cualquier cosa, gratis.
Eso no significa que la profesión docente ya no se necesaria, por el contrario, el acceso sencillo a la información también ha provocado que mucha carezca de sustento, que lleguen sin estructura y que se aprenda sin rigor. Mediar el aprendizaje, asumiendo que los alumnos tendrán otras fuentes de conocimiento con cuales compararnos, es un reto de muchas aristas que obliga a los profesores a plantear clases para una generación de nativos digitales que construyen su aprendizaje con estrategias distintas, pero que aún necesitan al profesor.
Para las familias, Camps también plantea un reto. Los datos más recientes estiman que 95.5% de los mexicanos saben leer, es decir, aunque aún no hay formalmente una cobertura universal de educación, hay que reconocer que la gran mayoría de la población puede inscribirse en un plantel. La académica española reconoce que esta accesibilidad ha tenido un efecto colateral no previsto e indeseable: se asume que no hay ningún mérito en tener lo que todos gozan.
Y ahí están las escuelas y los profesores, los buenos y los no tanto, invirtiendo la mayoría de su tiempo en pensar en “clases interesantes” que compitan por la atención de los estudiantes; diseñando lecciones que se asemejen a las clases vespertinas extracurriculares que tienen un enfoque de pasatiempo y no del rigor, ni el esfuerzo que demanda la educación formal.
Ahí están miles de padres de familia que refuerzan cualquier discurso que desacredite a los profesores, que regatean calificaciones que sus hijos no merecen, que desoyen invitaciones al diálogo con la búsqueda de mejorías en la formación. Y ahí están políticos que reproducen el discurso que más convenga según los vientos.
Para que en las aulas sean un microcosmos donde se viva una democracia participativa con ética, que los alumnos sientan necesidad de instaurar en la sociedad, es necesario, dice la catedrática Camps que: “la escuela recupere su papel y que retorne la confianza de la sociedad en el trabajo de los maestros”.
Quedan ahí dos retos. Para que cada actor tome el suyo y haga lo que considere conveniente.
Carlos Efrén Rangel García.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por el ITESO. Periodista durante 15 años. Maestro en Educación Básica por la UPN. Profesor de Español en Secundaria en la SEJ, y en la Secundaria Autlán. Profesor de Postgrado en la UPN 143. Editor de El Puente.