La era Biden- Harris

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Luego del asalto al Capitolio el pasado 6 de enero a manos de simpatizantes de Donald Trump, hecho en el que murieron cinco personas, y tras una oleada de silencio electrónico impuesto a dicho personaje por parte de Facebook, Instagram y Twitter, el 20 de enero juró lealtad a su país la nueva dupla que gobernará a nuestro vecino del norte por los siguientes cuatro años.

Mientras Donald Trump salía por la puerta trasera de la Casa Blanca, Joe Biden un político con 50 años de experiencia en los entresijos de Washington DC y Kamala Harris la exfiscal general de California, juraron lealtad a su país para convertirse en presidente y vicepresidenta. Consciente de la polarización política con tintes raciales que aqueja a Estados Unidos, Joe Biden, presidente número 46, centró su discurso inaugural en calmar los ánimos y recobrar el camino de la unión.

Más allá del mensaje, Biden buscó que su primer día estuviera lleno de símbolos pero también de sustancia. En las primeras horas como presidente, firmó 17 órdenes ejecutivas que versan sobre temas variados e importantes. Desde el uso del cubrebocas obligatorio en edificios y terrenos de jurisdicción federal, hasta la cancelación del permiso de construcción del oleoducto Keystone XL que hubiera conectado las arenas de Alberta, Canadá con el estado de Texas, lo que le valió aplausos de los sectores ambientalistas en EU y en Canadá.

Biden extendió también la moratoria sobre desalojos y el pago de préstamos estudiantiles dadas las penurias económicas que enfrenta la población por la pandemia del Covid-19. Detuvo el peligro de deportaciones para los Dreamer – migrantes que llegaron a EU siendo menores de edad-, canceló la construcción del muro fronterizo con México y anuló el veto a los viajeros de once países de mayoría musulmana. En sus primeros actos como presidente, Joe Biden también suspendió la salida del país de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y solicitó el reingreso de EU al Acuerdo de París sobre cambio climático.

Sin duda, unos primeros días ocupados para el nuevo presidente que quiso dejar en claro que su prioridad es revertir en buena medida acciones y políticas emprendidas por su antecesor y en sus palabras regresar a Estados Unidos al liderazgo mundial. No obstante, en medio de este torbellino de órdenes ejecutivas hay una que no debe escapar de nuestra atención. Se trata de la orden que manda extinguir la Comisión 1776 que introdujo Trump al iniciar su periodo como presidente.

Dicha Comisión, 1776, se encargó de eliminar los contenidos sobre historia de la esclavitud y el racismo de los planes de estudio de las escuelas estadounidenses. Trump lo presentó, en su momento, como una iniciativa para impulsar lo que llamó “una educación patriótica” aunque desde luego se trató de un intento más por promover y favorecer posturas y narrativas de extrema derecha. Es por tanto, muy significativo que en el primer día de mandato y en este contexto de polarización tan elevada que dejó la elección, Biden extinga esta comisión precisamente para buscar el retorno de contenidos históricos, críticos, que son tan necesarios para cualquier país que busque preservar su democracia.

Hoy, Estados Unidos está dividido y con los ánimos caldeados pero los estadunidenses tienen muy claras sus prioridades. Según diversas encuestas lo primero que interesa al pueblo norteamericano es que el nuevo presidente mejore el manejo de la epidemia de Covid-19. En segundo lugar, demandan que se trabaje por lograr una recuperación económica significativa en un contexto donde se perdieron 50 millones de empleos. En tercer lugar, desean que Biden acelere el proceso de vacunación contra el sars-Cov-2.

Biden y Harris, comienzan entonces un gobierno con un énfasis en la política doméstica, un gobierno con una mirada hacia el interior. Incluso han prometido vacunar 100 millones de personas en los primeros 100 días de gobierno. Este enfoque en la política doméstica a la que estarán obligados por la pandemia, es sin duda una buena noticia para los estadunidenses, pero también puede serlo para otros países si los asuntos internos distraen al presidente de los tradicionales impulsos intervencionistas de cara al exterior. De esto último no se tienen garantías. Con Biden ha retornado un discurso de Estados Unidos como “líder del mundo” por lo que vale la pena mantener los ojos bien abiertos respecto a este anunciado retorno, al tiempo que, deseamos que en política doméstica le vaya muy bien a nuestro vecino del norte.

Tzinti Ramírez Reyes

Internacionalista. Directora del Departamento de Relaciones Internacionales, Economía y Ciencia Política región occidente del Tecnológico de Monterrey en Guadalajara.
Twitter: @tzinr

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