Nueva normalidad también para los partidos
Rosa Eugenia García Gómez
Coordinadora de la carrera de periodismo en CUSur
Rieleras y juanes, el contexto de resguardo que empezamos en marzo de 2020 en Jalisco y un poco después en el resto del país, nos ha llevado a modificar la estructura de los tiempos y espacios cotidianos, esos que parecían rígidos, pero que, como bien lo dijo el teórico de la estructuración Anthony Giddens, son flexibles, particularmente ante las vicisitudes que marca el devenir histórico-social y en este caso debido a una amenaza contra la sanidad mundial.
La nueva normalidad a la que nos hemos de ajustar nos ha lanzado retos que se antojaban difíciles para un sector tradicional pero que hoy son parte de su realidad: el trabajo en casa, la educación a distancia, las compras virtuales, el boom de los servicios de mensajería y de la comida a domicilio o para llevar. De las conferencias y reuniones nacionales e internacionales que antes implicaban traslados y hospedajes y hoy están a un click y eso sí dependientes de la conexión a internet. Si creíamos que esta era la Era de la Información, ciertamente hasta finales de 2019 no se vislumbraba que se convertiría en un periodo mundial de supeditación a las tecnologías de la información y la comunicación.
Estos ajustes no pueden pasar desapercibidos para la clase política de este país. Ciertamente saben que ahora las campañas se han de resolver totalmente cruzadas por la tecnología y particularmente por las redes sociales. Un tema aparte que se tocará en otra ocasión será el de la ética en el uso de estas plataformas. Muchos son los golpes de teclado los que esta discusión implican.
Los mítines y manifestaciones por un candidato quedan relegados al pasado, sería un atentado al sentido común y la salud de todos.
Sí, el desafío de la nueva normalidad también aplica para quienes aspiran a ocupar un cargo de elección popular y a los y las ciudadanas nos toca estar muy pendientes de las formas cómo lo resuelven, pues esto es un indicador serio de su compromiso con los demás.
Para estas trenzas, la renuncia a los miles de millones de presupuesto destinado para las campañas electorales de parte de los partidos políticos, sería un gran indicador de que la clase política está realmente dispuesta a hacer algo por este país que aspira representar. Un ejemplo de que ponen antes de sus intereses a los de los otros, particularmente porque los más de 7 mil millones de pesos que este año electoral se reparten entre los 10 partidos políticos con presencia nacional, se podrían destinar a la compra de más vacunas que darían salud, y una mejor normalidad, a millones de mexicanos.