La FIL con, sin o a pesar de

Rosa Eugenia García Gómez

Los libros como repositorio de conocimiento son el punto de arranque para las ideas impulsoras de acciones. Para los seres humanos como entes pensantes y dispuestos a ejercer el producto de su raciocinio e inteligencia es invaluable el consumo lector que nos permite saber cómo otras personas en diferentes latitudes y épocas disertan y resuelven temas que nos atañen.

Los libros son símbolo de evolución en tanto que la invención de la escritura es el hito entre la prehistoria y la historia. Entre el miedo irracional y la explicación de la realidad. Entre la desarticulación y la comunicación.

Por eso es que resulta difícil de creer, o se puede leer como parte de una escena del realismo mágico –y aún en ese contexto se antoja inverosímil-, que un grupo de dirigentes políticos confundan su animadversión y la dirijan hacia un escenario que está instalado en el imaginario local, regional y mundial, como un espacio solaz para ampliar los saberes y el intercambio de las ideas.

La clase política confundida se ha evidenciado en su falta de criterio y sentido común al seguir la línea del gobernador Alfaro e intentar boicotear el acceso a la Feria internacional del Libro en la ciudad que ha sido denominada como la Capital Mundial del Libro por la UNESCO.

Las credenciales de la FIL son más amplias y reconocidas que a lo que puede aspirar un gobernador por sí mismo. La megalomanía que sufre no le permite reconocer que el trabajo de años y en equipo, con el respaldo y gestión del pensamiento universitario, le lleva la ventaja del conocimiento, la experiencia y el reconocimiento de lo que los otros unidos y organizados pueden lograr con, sin o a pesar de cualquier personaje político.

A la FIL no le hace mella la ausencia de la clase política amañada y permanentemente colmada de negatividad, sin embargo, a los dirigentes miopes y cegados por la furia un buen libro les podría dar claridad. Ojalá se dieran la oportunidad de consumir narrativas producto de la experiencia de otros y se dejaran apaciguar por la certeza que una buena lectura les puede dar.