Rosa Eugenia García Gómez

Hoy podría escribir de tantos temas, pero este contexto abruma, y tengo la certeza de que no soy la única entre los lectores.
Debería hablar del fin de la era Trump, de la lección de ejercicio de la democracia que dan los estadounidenses tanto por hacerse escuchar incluso en medio de un clima complicado por la polarización como por la fortaleza que demostraron sus instituciones particularmente la Cámara baja y el Senado.
Podría mostrarme optimista por la llegada de Kamala Harris a la vicepresidencia del país más poderoso del mundo, por lo que representa, sobre todo después de los últimos cuatro años de una figura presidencial de controversias en lo que a ejercicio de cultura de respeto de derechos humanos corresponde. Así, hoy vivimos lo que luego los libros de historia explicarán como sucesos significativos de la reivindicación humana.
Quizá sería conveniente referirme al sinsentido que desde la plataforma presidencial de México se quieran desaparecer instituciones civiles que costaron años crear. Que el INAI por el contrario se debe apuntalar porque su razón de ser tiene origen en el derecho que todas las personas de este país tenemos a saber qué hacen los gobiernos de este y todos los colores en su momento, con los recursos que todos aportamos.
Pero no, hoy les comparto que con tristeza en este día vi llorar a personas adultas, fuertes y centradas por circunstancias a las que nos ha llevado la Pandemia.
Una de ellas fue una compañera, profundamente desconsolada por la muerte de un querido colega, el doctor Ezequiel Ramírez Lira a quien todos acostumbrábamos ver en los pasillos de nuestro centro universitario, o en su salón dando clases, o levantando la mano para opinar o disentir en una conferencia pública, o compartiendo la comida y la bebida en algún festejo. Las esquelas empezaron a circular y mi sentimiento es que ojalá en lugar de estos mensajes de palabras benévolas pudiéramos pronto volver a vernos donde la costumbre nos hacía la vida. Pero ahora, nuestra vida, o al menos la expectativa de ella, es que no lo volveremos a ver y eso duele, pesa, acongoja…
Sí, el mundo sigue su rumbo de manera inexorable, pero la realidad de cada quien ahora es complicada por el miedo, un sentimiento que afecta la fortaleza necesaria para el ser humano a fin de defenderse de un padecimiento que ya llegó a personas cercanas.
Volver al resguardo es por ahora la respuesta, y hoy, hoy ya no suena sólo como un comunicado de funcionario de gobierno, sino como el consejo de un compañero cercano o del familiar que de verdad quiere lo mejor para nosotros.

Rosa Eugenia García Gómez

Coordinadora de la Licenciatura de Periodismo en el Centro Universitario del Sur de la Universidad de Guadalajara

 

 

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