El horno social

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People hold signs as they participate in the women's march demanding justice for Debanhi Escobar, who disappeared on April 9 and was found dead yesterday in the water tank of the Nueva Castilla motel, in Monterrey, Nuevo Leon state, on April 22, 2022. (Photo by Julio Cesar AGUILAR / AFP)

El horno social

Las fibras sociales están removidas y aunque el origen es la violencia de género, lo que sucedió con Debanhi Escobar sacude a muchas mujeres, pero también a hombres, a las familias, a los sectores públicos y a los privados, porque la composición celular de la sociedad son las personas, las que están siendo asesinadas, esas que son hijas, compañeras, hermanas de alguien que se siente defraudado por las instituciones de seguridad y enojado con el sistema que les permite ser ineficientes.

Las maneras machistas de ser hombre están vinculadas con un sistema que les hizo creer a muchos que, por el hecho de serlo, por tener herramientas anatómicas y a veces mayor fuerza física, pueden ejercer una sexualidad violenta que arrebata cuando no se le facilita la complacencia. Sin embargo, lo que más agrede es el discurso social que sigue centrándose en el cuestionamiento de la víctima, de sus acciones en el ejercicio de sus prerrogativas de libertad, de la superficialidad del descrédito, del juicio fácil y tendencioso.

Las informaciones alrededor del caso de la joven desaparecida se centraron en ella, incluso en sus amigas, pocas realmente lo hicieron en el avance de la investigación y menos aún en el agresor. La explicación es triste: caemos en la tentación del discurso recriminador que es fácil de armar desde la víscera porque los argumentos y reflexiones basados en la información, en la profundidad del análisis del contexto son complicados, pues además requieren investigación e implican tiempo y seso para la generación de conocimiento basado en la corroboración. Si este actuar resulta triste en el discurso general, en la narrativa del personaje público y de los informadores es verdaderamente lamentable.

La impresión social catapultada por la indignación se avivó con el hallazgo de evidencias forzadas que no soportan las pruebas más sencillas de un análisis de sentido común, se antoja difícil que superen la indagación forense independiente ¿acaso no se ha aprendido nada de los hechos de Iguala y las verdades históricas? Ofenden las explicaciones con tintes de carpetazo, esta sociedad ya no está para verdades a medias y menos para montajes.

Desde el 21 de abril a las redes sociales personales de esta que escribe han llegado al menos cinco iniciativas de estrategias de alerta ciudadana para apoyar a quienes estén peligro de ser agredidas por conductores de vehículos de alquiler… el miedo, pero también la cohesión social alrededor de la violencia de este tipo nos lleva a ser creativos, lo deseable es que el grado de unión crezca también y seguir exigiendo a las autoridades que la impunidad sea de cero. Será entonces cuando llegue el mensaje y el entendimiento de que este horno social, ya no está para bollos de violencia de género.

Rosa Eugenia García Gómez

Coordinadora de la Licenciatura de Periodismo en el

Centro Universitario del Sur de la Universidad de Guadalajara

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