Guía para la celebración dominical en familia (26 de abril de 2020)
Les comparto esta guía de celebración dominical para vivirla en familia el próximo domingo, 3º de Pascua, durante la cuarentena preventiva.
Les comparto esta guía de celebración dominical para vivirla en familia el próximo domingo, 3º de Pascua, durante la cuarentena preventiva.
Por: P. J. Lorenzo Guzmán J. Párroco de Huescalapa Evitando el saludo de mano y...
El Resucitado nos impulsa a ser sus testigos
Los discípulos estaban encerrados por miedo a los judíos, después de lo que había pasado con Jesús tres días antes: había muerto en la cruz y lo habían sepultado. Nosotros estamos encerrados –se supone–, como prevención ante la epidemia del Coronavirus, por eso estamos viviendo esta celebración dominical unidos a través de la red. En ambas situaciones, Jesús resucitado se hace presente para comunicar su paz, devolver la alegría, la esperanza y la razón de seguirlo en su camino.
Les comparto esta guía de celebración dominical para vivirla en familia el próximo domingo, 2º de Pascua, durante la cuarentena preventiva.
Alimentar la esperanza
La noticia de hoy es que a Jesús de Nazaret, el que fue crucificado, Dios lo resucitó al tercer día. Era el primer día de la semana por la madrugada, cuando las mujeres fueron al sepulcro a llorar su muerte y a embalsamar su cuerpo, y se encontraron con que el sepulcro estaba abierto y con la noticia de que había resucitado. El primer día de la semana Jesús venció a la muerte. Por eso, a este día se le llamó domingo, Día del Señor. Esa noticia fue corriendo de boca en boca hasta llegarnos a nosotros. Primero la dieron los ángeles, enseguida las mujeres, luego los apóstoles, después otros discípulos y discípulas, como los de Emaús. Hoy nos toca darla a nosotros y sostenerla en tiempo de epidemia y de todo lo que ésta conlleva: temores, miedo, angustia, dudas, sinsentido… El encuentro dominical con Jesús, prolongación de los primeros que tuvo con sus discípulos ese primer día de la semana, nos vuelve a la esperanza y la vida, y nos impulsa a la misión y a la solidaridad.
El Crucificado ha resucitado
“En medio del aislamiento donde estamos sufriendo la falta de los afectos y de los encuentros, experimentando la carencia de tantas cosas, escuchemos una vez más el anuncio que nos salva: (Jesús) ha resucitado y vive a nuestro lado”, dijo el Papa Francisco en su homilía del 27 de marzo, antes de la oración y la bendición con el Santísimo a la ciudad de Roma y al mundo por la pandemia del Covid-19. Es exactamente la noticia que el ángel dio a María Magdalena y la otra María, cuando llegaron al sepulcro: “Jesús, el crucificado […] ha resucitado”. Este es el acontecimiento que celebramos solemnemente como Iglesia esta noche de Vigilia; nosotros aquí como comunidad parroquial, unida a través de Facebook.
Abrazar la Cruz de Jesús
Viernes Santo, viernes de pasión, viernes de cruz, viernes de muerte, viernes de dolor. Acompañamos a Jesús en su Pasión y Muerte en la Cruz, nos unimos al dolor de sus discípulos y discípulas y de su madre, la Virgen María; nos unimos a la pasión y posible muerte de personas enfermas –en estos días en rápido aumento por el Coronavirus– y de muchas otras personas que no tienen pan, techo, familia, trabajo; lamentamos la pasión y muerte lenta de nuestra Casa común que sigue siendo talada, envenenada, incendiada… con tal de la ganancia económica. Jesús transformó esa cruz, impuesta sobre los pobres y la Casa común, en fuente de vida, al cargarla y morir en ella.
Entrega, servicio, cena, memorial
Los textos de hoy nos hablan de entrega, servicio, cena, memorial. Cuatro palabras que sintetizan lo que celebramos esta tarde de Jueves Santo: la institución de la Eucaristía. Jesús estaba con sus amigos compartiendo la cena de la Pascua, descrita en el texto del Éxodo, La cena anual con la que los judíos recordaban y celebraban la liberación de la esclavitud en Egipto. En esa ocasión, Jesús instituyó la Eucaristía que nosotros celebramos día a día y de manera especial los domingos. Hoy, por la contingencia ante la pandemia del Covid-19, nos toca vivirla separados físicamente, unos poquitos en el templo y la mayoría en sus casas, pero unidos como comunidad parroquial.
Pasión de los sufrientes, Pasión de Jesús
Jesús entró a Jerusalén, aclamado como rey por el pueblo empobrecido, y salió de Jerusalén como un malhechor. Fue recibido con vivas a la entrada de la ciudad por la multitud de pobres, por ser el Hijo de David y el que venía en nombre del Señor; fue proclamado profeta por ellos. Fue sacado de la ciudad por las autoridades religiosas, sumos sacerdotes y ancianos, burlado, humillado, escarnecido, torturado, condenado a muerte y cargado con la cruz, como rey de los judíos.
Al servicio de la gloria de Dios
Refiriéndose a la enfermedad mortal de su amigo Lázaro, Jesús comentó que esa enfermedad no terminaría en la muerte, sino que serviría para la gloria de Dios. Con la Eucaristía de este domingo, con la que nos unimos a la oración por la pandemia del Covid-19, damos gracias a Dios porque un día como hoy Jesús venció definitivamente a la muerte con su Resurrección.
Unidos a Jesús, ser luz
La situación del ciego de nacimiento, que Jesús y sus discípulos vieron cuando iban de camino, desató el diálogo y la reflexión entre ellos y movió a Jesús una vez más a la solidaridad, aunque esto le trajo conflictos. La narración de san Juan nos ayuda a revisar nuestra vida, teniendo en cuenta que estamos en Cuaresma, y a vivir mejor nuestro encuentro dominical para ir, como Jesús, a vivir la solidaridad con nuestros hermanos y hermanas que sufren en la comunidad.
Llenos de Jesús, ser sus misioneros
En los textos bíblicos, sobre todo en la primera lectura y el Evangelio, aparece una situación común: la sed. Lo que sucedió en relación a esta necesidad de agua, nos ayuda a prepararnos para recibir a Jesús en la Comunión. Él ofrece un agua viva y se nos dará como alimento para llevarlo a los demás.