El duelo por la ausencia de la graduación

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Únete al reto: abraza y reconforta a un estudiante sin graduación

Por: Carlos Efrén Rangel

El interés por las emociones de los estudiantes mexicanos tomó fuerza desde hace dos años, pues las reformas del 2017 plantearon una reorganización curricular en tres grandes apartados, y dentro del Área de Desarrollo Personal y Social se inscribe de manera protagónica la educación socioemocional.

No es una cursilería, desde hace décadas numerosos pedagogos y psicólogos educativos han defendido la relación entre el aprendizaje y las emociones. Con el riesgo de la generalización que tiende a ser falsa, se podría decir que un estudiante con salud emocional, aprenderá más y mejor que alguien con carencias.

Todo esto viene a colación porque el omnipresente COVID ha dejado lesionados emocionales a un gran grupo de estudiantes. Concretamente a los alumnos de tercero de preescolar, sexto de primaria, tercero de secundaria, sexto de preparatoria e incluso, quien está por graduarse de un programa profesional.

La escuela no solo es un espacio donde las personas acuden a escuchar al profesor y hacer actividades académicas, es ante todo un espacio de socialización, donde se conocen a los amigos y a los amores, donde se fraguan la mayoría de las experiencias vitales que construyen la historia individual y a partir de ahí, nuestra personalidad.

En los grupos de clase, se consolidan relaciones personales que el cierre de las escuelas en la fase presencial interrumpió de tajo, en el caso de Jalisco nos despedimos el jueves 19 de marzo con la intención de reencontrarnos el martes siguiente, reencuentro que nunca llegó. El seguimiento personal y académico que he hecho de los grupos de secundaria y postgrado con quienes trabajo, me permite afirmar que dejó secuelas emocionales que hasta ahora poco se han abordado.

La tristeza por dejar de ver y convivir con los amigos se agravó en aquellos alumnos que no tendrán graduación. Aunque muchas veces aburrido, el acto académico de recibir un documento de parte de autoridades, es una experiencia vital que permite lo que muchos llaman “cerrar etapas”, asumir que un proceso de vida asociado a la escuela terminó y que es momento de seguir con la vida.

He observado a mis alumnos en actitudes cercanas al duelo, al perder de manera irrecuperable un hecho significativo en el que son los orgullosos protagonistas de un logro cumplido. Poco ha aportado el tono con el que mayoritariamente se han tomado las tragedias, con el menosprecio de lo trascendente y la ridiculización.

Los egresados que se van sin graduación de las escuelas, no necesitan memes, ni burlas, ni personas alrededor que hagan menos la tristeza que experimentan. El sufrimiento es real, en muchos casos profundo, y superarlo será más sencillo con la empatía y solidaridad del entorno.

Si en tu casa hay alguien en esta condición, te invito a que lo llenes de abrazos. El COVID no tiene por qué robarle el reconocimiento de la familia y el orgullo del deber cumplido.

Carlos Efrén Rangel

Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por el ITESO. Maestro en Educación Básica por la UPN. Profesor de Español en Secundaria en la SEJ, y en la Secundaria Autlán. Profesor de Postgrado en la UPN 143. Editor de El Puente. Fue periodista durante 15 años.

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