En el Sur de Jalisco, se creó la Diócesis de Ciudad Guzmán
En el contexto del jubileo por los 40 años de la Diócesis de Ciudad Guzmán...
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Textos: Hch 4, 32-35; 1 Jn 5, 1-6; Jn 20, 19-31.
Tomás decía a los demás discípulos y discípulas que necesitaba ver y tocar las llagas del Señor Jesús para creerles que de veras había resucitado. Por algo, pero no estaba con la comunidad cuando Jesús se encontró con ellos el día de su Resurrección. Eso que le sucedió a Tomás nos pasa continuamente a nosotros: nos salimos de la comunidad y nos cuesta creer en el Resucitado. Además, el mundo espera ver nuestra fe, es decir, nuestro testimonio cristiano, para creer.
Textos: Hch 10, 34. 37-43; Col 3, 1-4; Mc 16, 1-7.
Otra vez las mujeres. Aparecen en el texto del Evangelio como protagonistas. Así se mantuvieron durante la Pasión de Jesús. A diferencia de los demás discípulos que lo abandonaron y huyeron, ellas lo siguieron, vieron dónde lo sepultaron, se prepararon para ir a ungir su cuerpo despedazado en la cruz. Y no eran solo tres, sino muchas otras que habían ido con Él a Jerusalén, según escuchamos de san Marcos en la narración de la Pasión el domingo de Ramos.
Hemos encendido nuestros cirios tomando la luz del fuego nuevo, símbolo de Cristo resucitado. Él es la luz que brilla en medio de la noche, como se acaba de cantar en el pregón pascual. Es la luz que necesitamos mantener encendida para que se ahuyenten las tinieblas de la violencia en nuestro país. Es la luz en que nos tenemos que convertir para iluminar la vida de nuestras familias y comunidades. No salgamos de esta celebración y vivamos en la oscuridad.