Homilía del 1er domingo de Cuaresma 2011
“Si tú eres el Hijo de Dios, manda” (Mt 4, 3). Estas palabras con que Jesús fue probado por primera vez, según la narración de san Mateo que acabamos de escuchar, resumen la tentación fundamental de la humanidad: ser como Dios (cf. Gn 3, 5). El demonio, personificado en una serpiente, les dijo a Adán y Eva que Dios les había prohibido comer de aquel árbol precisamente porque iban a ser como Él. Esta es la atracción que deslumbra: estar al mismo nivel que Dios.